La portada es una reproducción de la imagen plasmada en una chapa que editó la Asociación de Periodistas de Almería y en la que se podían leer los hastags utilizados a través de Twitter por los periodistas para reivindicar la profesión y denunciar algunas de las situaciones que se estaban produciendo durante el año. Dicha chapa la vestimos muchos periodistas en todas las manifestaciones, que fueron muchas, y que tuvieron lugar durante los dos años de los que trata el Anuario de 2013.


Lo nuevo, lo viejo, lo soñado

María Medina
Periodista

Una nube de polvo es lo único que, en días de viento, se levanta en el lugar en el que tendría que estar ya construido el Hospital Materno Infantil de Almería. Los profesionales sanitarios, al igual que los usuarios, han vuelto a poner los pies en el suelo y han dejado de soñar con lo que, por tantas veces repetido, no tenían dudas de que, esta vez sí, se hiciera realidad. No ha sido así. Primero fue una torreta de alta tensión la que no permitía despegar a la obra, después retrasos en el pago y por último la confirmación, llegada desde la Consejería de Salud de Sevilla, de que el Materno Infantil quedaba pendiente de la “disponibilidad económica”.

Vamos, que no hay dinero para invertir en este proyecto y que, a pesar de que quienes idean, planifican y coordinan este tipo de infraestructuras lo sabían desde hace tiempo, han retrasado su comparecencia ante los almerienses hasta que la evidencia ha sido total. No en vano sólo en Torrecárdenas trabajan 3.000 profesionales y más de 500 pasan cada día sólo por Urgencias). Eso sí, la Junta “no abandona” el proyecto. Almería tendrá su Materno Infantil, repiten. Claro que para muchos de los niños que hoy viven en la provincia y que, por desgracia, son usuarios habituales del hospital el futuro queda lejos y quizá para cuando haya dinero contante y sonante y no sólo sobre un papel, no necesiten un Materno Infantil porque hayan superado ya la adolescencia e incluso, si nadie lo remedia, la edad adulta.

El Materno Infantil se ha convertido, a pesar de no pretenderlo, en el símbolo del desengaño. Desengaño al que las instituciones han acostumbrado al almeriense, que ya no se fía. En el caso que nos (me) ocupa, Almería sigue esperando nuevos centros de salud que acerquen el médico de familia a cientos de vecinos que tienen que atravesar incluso dos barrios, en el caso de la capital, para encontrarse con un sanitario. (Para qué hablar de quienes tienen que recorrer kilómetros para ver al médico). Ahí están, por ejemplo, el ‘no’ centro de salud de El Quemadero, el ‘no’ punto neurálgico de la atención sanitaria en el centro en el que se iba a convertir el '18 de julio', la ‘no’ reforma de la Casa del Mar clausurada hace casi cinco años, el ‘no’ consultorio de Piedras Redondas y el ‘no’ espacio para salud de Los Molinos. Y ¿quién habla ya del hospital de Roquetas de Mar? ¿y del centro oncológico del Poniente?

Hace cinco años cuando la situación económica no era, ni de lejos, la actual, se presentó un ambicioso proyecto de rehabilitación de la sanidad almeriense. La Bola Azul, el antiguo Hospital Provincial y el Materno Infantil iban a ser la locomotora de una nueva sanidad. Sanidad de Primera División. Se aseguraba entonces que presupuesto había, que el dinero estaba “apartado”, que ya le tocaba a Almería. Cinco años después, la Bola Azul ha terminado la primera fase de la reforma planteada. A la segunda fase, ni se le espera. Dependía, ya desde el primer momento, de que el '18 de julio' albergara las dependencias del Distrito Sanitario Almería hoy en la Bola Azul. Como no hay uno, no habrá otro. El antiguo Hospital Provincial es un “lujo” dicen quienes trabajan y reciben allí atención. Nadie lo duda. Después de una inversión de más de ocho millones de euros y una inauguración con consejeros e incluso el presidente de la Junta, el espacio ha servido también para concentrar la atención Primaria de todos los habitantes de Almería, desde Pescadería y La Chanca a la zona centro. Del Materno Infantil, ¿qués decir?

 

Un panorama nuevo en la sanidad era lo que esperaban los almerienses. El entusiasmo de los políticos, al menos de algunos, y las necesidades acuciantes que sanitarios y usuarios llevaban tiempo percibiendo acabó por convencer. Lo nuevo ha sido esta vez que quienes manejan la gestión sanitaria en la provincia no han desistido a la hora de subrayar que sí se invierte, que sí se hacen cosas, que sí se está cambiando para bien las infraestructuras sanitarias en la provincia hasta que otros, desde fuera, han reconocido lo que todos veíamos y que vuelve a ser lo de siempre. Y aquí entra lo viejo.

La historia se repite. Los almerienses conocen de sobra la sensación: habrá que esperar. Siempre hay que esperar porque quienes no tienen ahora dinero son quienes han decidido que el dinero que había se invirtiera en otros proyectos y estos parece que no están dentro de nuestras fronteras provinciales. Y volveremos a soñar.

Soñaremos con que no hace falta coger el coche y trasladarse a otra provincia para recibir la atención especializada que aq no hay, soñaremos con que haya un centro de salud en cada barrio y en todos los municipios de entidad y que estos sean centros adaptados al siglo en el que vivimos, soñaremos con que los puntos de urgencias continuadas se reparten por la ciudad y no obligan a llegar a un Torrecárdenas colapsado en determinados períodos del año, soñaremos con que niños y madres tienen un espacio sanitario en el que recibir atención y aprender a cuidarse. Soñaremos con lo ya soñado.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2013, en la sección Sociedad


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