La portada es una reproducción de la imagen plasmada en una chapa que editó la Asociación de Periodistas de Almería y en la que se podían leer los hastags utilizados a través de Twitter por los periodistas para reivindicar la profesión y denunciar algunas de las situaciones que se estaban produciendo durante el año. Dicha chapa la vestimos muchos periodistas en todas las manifestaciones, que fueron muchas, y que tuvieron lugar durante los dos años de los que trata el Anuario de 2013.


15M: La indignación continúa


De dónde viene y hacia dónde va. Acaban de cumplirse dos años desde aquel 15 de mayo de 2011 y esta parece ser la eterna pregunta en el aire. Por muchas manifestaciones, acciones de   protesta cívica, asambleas y recogidas de firmas que realice, el escepticismo, la duda y la crítica negativa rodean a este heterogéneo movimiento social. Un análisis más exhaustivo de todo lo acontecido en estos dos años puede despejar algunas dudas y arrojar conclusiones más allá de toda intención capciosa.

Sucedió un 15 de mayo pero todo comenzó a gestarse meses antes. Pese a la espontaneidad del movimiento, una acción reivindicativa como la que se dio aquel domingo de primavera requiere un caldo de cultivo y una ‘indignación’ previa de considerables dimensiones. Cuando ya advertían algunas voces críticas, expertas y lúcidas, del adormecimiento generalizado de la ciudadanía española y de las nefastas consecuencias que esto podría traer, el colectivo Democracia Real Ya, al que se suman otros como Juventud sin Futuro, Anonymous o No les votes, convoca una manifestación en la madrileña Puerta del Sol cuya respuesta superó todas las expectativas. “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, “vuestra crisis no la pagamos”, “no nos representan”, son algunos de los lemas que todavía hoy continúan escuchándose en las movilizaciones del 15M y del resto de colectivos ciudadanos ‘indignados’  que han nacido de este germen. Sin medir sus resultados en cuanto a logros ‘palpables’ como reformas en la legislación o cambios en las políticas económicas gubernamentales, la mera toma de las plazas por ciudadanos dispuestos a hacer política desde la calle, el traslado del debate político y la toma de decisiones a las plazas y parques a través de las innumerables asambleas convocadas, supusieron acciones reivindicativas y revolucionarias en sí mismas.

Rápidamente el sentimiento colectivo de que la ciudadanía debe y puede tomar las riendas se extiende por todos los rincones del país. Llega hasta Almería, donde previamente la plataforma Democracia Real Ya había convocado una manifestación en Puerta Purchena de cara al 15 de mayo y durante semanas había estado informando sobre los motivos y carácter de dicha convocatoria. También en la capital almeriense se superan las expectativas y, finalmente, se decide secundar las acampadas que están llevándose a cabo en otras ciudades españolas. La Plaza Juan Casinello pasaría a ser la llamada Plaza ‘De la Indignación’. El 17 de mayo nace #acampadaalm, compuesta por miembros de Democracia Real Ya, pero también por muchos otros ciudadanos que se suman al movimiento y asisten a diario a las asambleas de tarde y a las diferentes actividades que se organizan.

De las ideas a las propuestas

Uno de los principales errores que se le ha achacado al 15M es la falta de propuestas concretas. En sus primeros momentos, el movimiento aglutinaba a personas de diferentes ideologías, hartas de que desde la política no se dieran respuestas a los principales problemas de los ciudadanos, unidas todas ellas por el sentimiento común de que la política vive alejada del pueblo. Una serie de principios o reivindicaciones bastante amplios mostraban este descontento y se hablaba de un ‘decálogo’ que fue presentado por #acampadaalm tras haber llegado al consenso en una de sus asambleas –modo de toma de decisiones del 15M-. En este decálogo, que todavía hoy puede consultarse en la web del movimiento en Almería - www.acampadaalm.es- se recogen peticiones como: La eliminación de los privilegios de la clase política,  medidas contra el desempleo, garantizar el derecho a la vivienda, unos servicios públicos de calidad, el control de las entidades bancarias, la fiscalidad progresiva, una democracia más participativa, la reducción del militarismo en la sociedad, la sostenibilidad ambiental y la soberanía alimentaria. Cada una de estas grandes demandas se desarrolla en otras tantas más concretas.  El cambio en la ley electoral, de modo que esta no favorezca el bipartidismo, o la ‘verdadera’ independencia del poder judicial, fueron dos de las medidas que contaron con mayor éxito popular y que siguen defendiendo muchas de las plataformas que han surgido en estos dos años, no sin cierta polémica asociada. Frente a las numerosas voces que tachaban al movimiento de antidemócrata al pedir la abstención de la población en las elecciones, sus representantes han explicado que lo que se pretendía y se sigue pretendiendo es que la gente vote en conciencia y libremente, sin sentirse obligada a elegir la opción ‘ppsoe’, término con el que definen el bipartidismo.

¿Reformista o revolucionario?

La ‘Spanish Revolution’ ha sido otro de los alias utilizados para nombrar al movimiento nacido el 15 de mayo de 2011. Este término cobra sentido atendiendo a la repercusión internacional del mismo, pues tras la “revolución” española, ciudadanos de diferentes países en todo el mundo se levantaron para protestar contra sus gobiernos y el sistema imperante en lugares como París, Berlín, Lisboa, Praga o Nueva York. De hecho, el posterior movimiento Occupy Wallt Street se inspiró en las protestas españolas. Pero a pesar de que la ‘Spanish Revolution’ caló fuera de nuestras fronteras y bajo este concepto se trasladó a los medios de comunicación internacionales, muchos se preguntan si el 15M es un movimiento revolucionario o más bien reformista. Podríamos decir que se mueve entre ambas orillas; utiliza métodos revolucionarios como son la autogestión y la toma de decisiones por consenso en asambleas ciudadanas (algo muy alejado del sistema de organización política que nos rige) y propone reformas dentro del sistema establecido. Se trata pues de un debate sin cerrar.

Y si le conferimos un carácter revolucionario, cabe preguntarse ¿fue el 15M una revolución fallida? Para sus integrantes, aquellas personas que hoy día siguen reuniéndose y tomando partido para intentar cambiar las cosas, los logros del movimiento se traducen en los numerosos ‘hijos’ nacidos de aquel mayo de 2011. Las diferentes mareas ciudadanas que luchan por conservar servicios públicos y derechos sociales, plataformas como el Frente Cívico ‘Somos Mayoría’, otros movimientos como ‘Stop desahucios’, los conocidos ‘Yayoflautas’… Son ejemplos de que algo cambió a raíz de aquella primavera y de cómo la ciudadanía sabe organizarse para pedir lo que considera justo, derive o no en decisiones políticas favorables.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2013, en la sección Sociedad


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