Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa". 

La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.



Índice de esta sección

Naturaleza al límite


  

Yolanda Torrente


A solas con el mar


  

Mónica España


El espejismo del Almanzora


  

Paqui Martínez


Ley seca... en la calle


  

Noelia Lázaro


Otro cine es posible


  

Evaristo Martínez


Turismo de golf: verdades y mentiras. En busca del hoyo uno


  

Sonia Arráez Fernández


Año negro para tres de las pocas industrias de Almería


  

África Mateo


El ladrillo, nueva especie protegida en el Parque


  

Guadalupe Sánchez


Lucha integrada, volviendo a las raíces


  

Juanma López


Residuos en pimiento. De crisis a oportunidad


  

Armando García


Un sueño cumplido


  

Antonio Verdegay Flores


La brecha sanitaria


  

María José Uroz


El lío de las tortugas


  

Jesús Pozo


El pollo del Toyo


  

Elio Sancho


¿Qué es lo que falla?


  

Lola López


Los cementerios salen del túnel del tiempo


  

Ana Galera


Un solitario por `obligación´. Perfil de Jesús Peñalver


  

Elena Torres




Artículos de este autor

Vícitmas por partida doble


2009 | Sociedad



La brecha sanitaria


2008 | Análisis y Reflexión



La brecha sanitaria


Si en 2007 hubo un tema estrella que no dejó ni un sólo día de resonar en las paredes de nuestra provincia, éste fue el funcionamiento del sistema sanitario público. El año comenzó con el servicio de urgencias colapsado. Enfermos que aguardaban hasta 12 horas para poder ser atendidos por un médico o que incluso tenían que esperar tres y cuatro días para ingresar en planta por la falta de camas. Lograr una cama parecía, más que una necesidad, un privilegio. Muchos de ellos ni siquiera llegaban a ingresar porque la vida se les fue en una camilla de urgencias, arrinconada o en medio de un pasillo de la sala de observación. Un problema que ya no es una situación puntual, sino que se ha convertido en la cantinela de todos los días. Salud achacaba la situación a los picos de gripe pero, en verano, no hay gripe y el problema persiste.

Desde primera hora, infinidad de deficiencias saltaron a la palestra. Algunas ya se han solucionado o hay un proyecto inminente para resolverlas. Otras, quizá sigan algunos años más ocupando páginas y portadas de periódicos y sirviendo a los políticos como principal idea de debate y reproche desde la oposición. Al parecer, adoptar una solución para acabar con la problemática en la brecha que se ha abierto en el sistema sanitario público de Almería no debe ser una tarea fácil, más aún si tenemos en cuenta que nos encontramos en un periodo de cambios y reformas que se prolonga desde los años setenta y que va a desarrollarse mucho más en años venideros, en favor de la calidad y la eficiencia. Cierto es que la prestación del servicio de Salud ha mejorado y que los profesionales que trabajan en la sanidad pública de hoy en día son los mejores; cierto es también que Almería es puntera en algunas técnicas de intervención; no se puede negar que la provincia se modernizó con la puesta en servicio del Centro de Alta Resolución de El Toyo y con la apertura de nuevos quirófanos en Torrecárdenas; pero como critican desde el Sindicato Médico, no es menos cierto que una mala planificación y gestión ha desembocado en un déficit asistencial que cada vez se complica más y se aleja de una solución integral. Y es que la provincia presenta el déficit de camas más acusado de toda España, y una fuga de médicos a otras provincias y países, donde les pagan más y trabajan con más calidad, que ha derivado en palabras mayores.

Deficiencias, a la palestra

El día a día nos muestra que el colapso de las urgencias en Torrecárdenas es ya una tónica a la que los almerienses se han acostumbrado. La falta de médicos ya no es ni siquiera un problema, sino como los propios facultativos lo han denominado: un mal endémico. El déficit de la atención sanitaria en decenas de municipios y pedanías se ha convertido en una fuente de desesperación para sus habitantes. Y si echamos un vistazo al parte de las agresiones a facultativos, lo más inmediato es preguntarnos ¿de qué ha valido la instalación de timbres antipánico, cámaras de vigilancia o la presencia de guardias de seguridad en los centros? Seguramente habría que volver a analizar con profundidad la situación para adoptar otros mecanismos.

Los sindicatos, el Colegio de Médicos y los ciudadanos piden desde hace años un nuevo hospital para Almería. Torrecárdenas se ha quedado pequeño. Es el sentimiento general de los almerienses, y es que lo que es obvio no se puede negar. Al principio, desde Salud se empeñaban en maquillar esta realidad, por activa y por pasiva. Hasta que, en una visita de Manuel Chaves a Almería, el presidente de la Junta de Andalucía, anunció el proyecto de un Hospital Materno Infantil para la capital. A partir de entonces, Salud se refugia en la futura construcción para rebotar todas las críticas.

Revolución ante la reordenación

El 2007 fue, además, un año revolucionario. Desde el día 1 de febrero, de manera sistemática, cada jueves más de dos mil facultativos de la provincia estaban llamados a la huelga. El motivo era protestar por una reordenación de horarios y de facultativos que, en breve, se iba a poner en marcha. Se había firmado un convenio mediante el cual se activaba un turno de consultas por las tardes, de 15.00 horas a 20.00 horas. Los pacientes, además de por las mañanas, también podían acudir al médico por las tardes. A priori, era una medida inteligente que acabaría con los problemas de la saturación y además habría intervenciones programadas en horario de tarde, lo que desembocaría en una merma en las listas de espera. Pero el problema de la medida fue que esa ampliación de horarios se hizo sin aumentar el número de profesionales, es decir, sin contratar nuevos médicos y estirando la plantilla existente. Durante meses los sindicatos estuvieron volcando críticas hacia el Sistema Andaluz de Salud. Le reprochaban que estas nuevas medidas iban a afectar a la calidad asistencial de los ciudadanos almerienses y a la calidad de vida de los propios facultativos que tendrían que trabajar más horas. Con la reforma se anularon las guardias de profesionales en el hospital y se hicieron localizadas. Si un paciente acudía al centro con un infarto tenía que esperar para ser atendido hasta que el facultativo llegase de su casa o incluso de atender a otro paciente en otro centro. Buena o mala, la realidad es que en la actualidad la lista de espera es una de las más bajas de Andalucía. Se redujo en su momento y sigue mejorando con la apertura de los nuevos quirófanos y la ampliación del área de consultas externas.

El año ha sido ajetreado, pero antes de entrar en una nueva fase, la especialidad de ginecología puso la guinda al pastel. El mes de diciembre se fue con una crisis de ginecólogos que se arrastró hasta el nuevo año. Faltaban especialistas y cientos de mujeres se vieron desamparadas sin asistencia. Se anularon consultas y hubo hasta quien  tuvo que suspender tratamientos con los que llevaban años. En el Hospital de Poniente hasta dimitió la jefa de servicio, y en Torrecárdenas las excedencias crearon una situación de nervios que estuvo activa durante varias semanas. Elogiable fue la gestión del delegado de Salud que, tras negociaciones y promesas, logró controlar la crisis. 

Con las elecciones a la vuelta de la esquina, la batalla estaba garantizada. Desde Salud anunciaron numerosas mejoras y hasta proyectos nuevos. 13 nuevos centros de salud en la provincia y siete en la capital; 484 camas hospitalarias más; y un hospital Materno Infantil. Nada más y nada menos. Ahora sólo queda esperar para ver si el borrador del futuro no se queda en papel mojado, pues son los enfermos y los ciudadanos los principales beneficiarios y afectados en esta coyuntura.


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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2008, en la sección Análisis y Reflexión


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