Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa". 

La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.



Índice de esta sección

Naturaleza al límite


  

Yolanda Torrente


A solas con el mar


  

Mónica España


El espejismo del Almanzora


  

Paqui Martínez


Ley seca... en la calle


  

Noelia Lázaro


Otro cine es posible


  

Evaristo Martínez


Turismo de golf: verdades y mentiras. En busca del hoyo uno


  

Sonia Arráez Fernández


Año negro para tres de las pocas industrias de Almería


  

África Mateo


El ladrillo, nueva especie protegida en el Parque


  

Guadalupe Sánchez


Lucha integrada, volviendo a las raíces


  

Juanma López


Residuos en pimiento. De crisis a oportunidad


  

Armando García


Un sueño cumplido


  

Antonio Verdegay Flores


La brecha sanitaria


  

María José Uroz


El lío de las tortugas


  

Jesús Pozo


El pollo del Toyo


  

Elio Sancho


¿Qué es lo que falla?


  

Lola López


Los cementerios salen del túnel del tiempo


  

Ana Galera


Un solitario por `obligación´. Perfil de Jesús Peñalver


  

Elena Torres




Artículos de este autor

El espejismo del Almanzora


2008 | Análisis y Reflexión



Un enorme despropósito


2011 | Urbanismo y medio ambiente



El espejismo del Almanzora


Para aquellos que hemos nacido, desarrollado nuestra trayectoria profesional y hoy echamos raíces en esta comarca del norte de la provincia, el fenómeno de la llegada de vecinos británicos, turismo residencial, turismo sanitario, casas ilegales, o viviendas fuera de ordenación, (depende quién se refiera a él así lo denomina) ha transformado sin duda el paisaje y en muchos aspectos la forma de vida de un importante número de personas del Almanzora.

Hoy, cuando ha pasado ya casi una década desde que empezara la transformación de nuestro hábitat, varios miles de viviendas en situación ilegal se levantan en medio de secanos, montañas, o han dado lugar a urbanizaciones de chales que se han convertido en barriadas de nueva construcción. Así como el dilema del huevo y la gallina. ¿Qué fue antes la ineptitud de responsables políticos, el pillastre de promotores y constructores, o la inocencia intencionada de los nuevos vecinos? Hoy, con las cartas echadas es difícil hacer un análisis de lo sucedido.

Los nuevos vecinos, de origen británico en su mayoría, comenzaron a llegar gracias a personas como Gordon, uno de los primeros ingleses que llegó al municipio albojense hace más de 20 años. Compraba cortijos en ruinas y con pocos arreglos conseguía venderlos por precios que llegaban a triplicar lo pagado a sus propietarios oriundos. Con el paso del tiempo, los vecinos de municipios como Arboleas, Albox, Cantoria, Zurgena, Partaloa o Taberno vieron que sus tierras de secano tenían un valor. Que podían venderlas a promotores y constructores, y estos a través de enlaces con ingleses que ya vivían en la zona, eran un producto atractivo para el llamado “turismo residencial”.

Los Ayuntamientos y sus alcaldes, sin actualizar sus planeamientos urbanísticos, a través de normas subsidiarias que más tarde no son aceptadas por la Junta de Andalucía, comienzan a dar licencias para la construcción de chales con piscina en suelo rústico (parcelas de 2.500 metros, de 600 metros... ). Las divisas por el otorgamiento de licencias, se convierten en una fuente de ingresos prioritaria para las arcas municipales de pueblos de interior, sin más proyecto de futuro que “el carpe diem”.

Miles de europeos descubren a través de páginas webs, de importantes compañas de comunicación dirigidas en su mayoría por personas de su misma nacionalidad, el interior de la provincia de Almería, el tan deseado sol a pocos kilómetros de la playa. Chales con piscina y precios que oscilaban entre los 120.000 euros y los 200.000 euros. En su mayoría son jubilados británicos que venden sus viviendas en origen, y con ese dinero y la pensión se trasladan a España, donde son acogidos como ciudadanos de primera: tienen acceso a la sanidad, a operaciones gratuitas, rehabilitación, prótesis o educación, sin coste y sin pagar impuestos. Muchos de ellos antes de llegar al Almanzora han pasado por el levante español, pero los precios de viviendas, en muchos casos con las mismas prestaciones, son muy superiores a un chalé en Los Carrascos o Partaloa.

El fenómeno urbanístico que se ha producido en los últimos años en la comarca del Almanzora ha beneficiado a los Ayuntamientos, han visto como contaban con fondos económicos para ejecutar y proyectar el futuro de sus municipios. Miles de vecinos encontraron en este sector su medio de vida. Los propietarios de tierras en el campo han vendido sus terrenos por montantes que nunca habrían soñado. Empresas y comercios han disfrutado de la abundancia de sus clientes, y los nuevos residentes han alcanzado la calidad de vida que siempre buscaron.

Este sería el análisis a grandes rasgos sin entrar en el conflicto que más tarde se ha producido. Por todos son conocidos, en Almería y fuera de ella, episodios como la manifestación de ingleses pidiendo la legalización de sus viviendas (el 17 de enero de 2007 unos 400 vecinos europeos residentes en la comarca, acompañados por el alcalde de Albox y Cantoria, Francisco Granero y Pedro Llamas respectivamente,  se manifestaron por las calles de Albox para pedir la legalización de sus casas). Han sido noticia en los distintos medios de comunicación las ordenes de demolición de viviendas en suelo rústico (el Juzgado de lo Contencioso número 2 de Almería ordena al Ayuntamiento de Albox en febrero de 2007, que ejecute la sentencia de derribo de una de las construcciones ilegales con licencia anulada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Se convierte en el primer auto que se dicta en febrero de 2007 sobre este particular, ya que había otras 12 viviendas en ciernes, con sentencia de derribo en el municipio) o la visita de una delegación de miembros de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo (el 28 de febrero de 2007,  la delegación encabezada por Marcin Libicki y Machael Cashman atendían a las denuncias de la Asociación Abusos Urbanísticos Almanzora No, integrada por residentes propietarios de viviendas ilegales). Y podríamos decir.... ¿Qué ha pasado en este supuesto paraíso? 

Las respuestas y las argumentaciones son diferentes según quien sea el protagonista. El sol, el ladrillo y las condiciones favorables hicieron las veces de imán para muchos europeos que vieron en la comarca la posibilidad de hacer realidad sus sueños; y entonces esta tierra, que desde siempre ha sido exportadora de mano de obra a todo el mundo, de la noche a la mañana se transformó en tierra de oportunidades. Las mismas que permitieron a los gobiernos locales obtener mayor cantidad de ingresos, a los comerciantes aumentar el nivel de ventas, y a los dueños de suelos olvidados, convertirse en poseedores de pequeños (y no tanto) tesoros. 

Así las cosas, y cumpliendo con la idea de que la acción va siempre por delante de la administración, cuando esta última vino a reaccionar, nos encontramos con miles de viviendas fuera de ordenación. Es cierto que no se debe crecer a cualquier precio, que hay que hacerlo de una forma ordenada y sostenible, pero ha sido tan lento “el brazo de la justicia”, que cuando ha llegado, las casas llevan años habitadas, sus residentes están incorporados a nuestra vida cotidiana, sus hijos acuden a los colegios, practican deportes en campos y pabellones, y este lugar en definitiva es el suyo.¿Cuál es la solución? ¿la motoniveladora?. Y entonces además de derribar sus casas, de paso derribamos sus vidas por completo. 

El desafío de la administración será el de provocar el menor impacto posible. Es cierto que una cosa es tener una casa fuera de ordenación, y otra muy distinta es vivir o haber construido en el lecho de un río. También es cierto, que aquellas que se puedan ordenar, habrá que dotarlas de las infraestructuras básicas y que no en todos los casos el Estado tiene que sufragar esos costes. Pero ahora, con tanta agua corrida bajo el puente, habrá que apelar a la grandeza de las partes implicadas y cada uno en la medida de su responsabilidad, aportar para que la solución llegue y de la mejor manera posible. El nivel de esa “responsabilidad” es compartido. Tal vez el engaño no haya sido tanto, tal vez las víctimas no lo sean tanto, o tal vez el espejismo haya sido el fruto de la necesidad de una tierra históricamente postergada.


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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2008, en la sección Análisis y Reflexión


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