Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa". 

La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.


Un solitario por `obligación´. Perfil de Jesús Peñalver


Inteligente y muy humano. Tal vez sean estos calificativos los que mejor definan a Juan Jesús Peñalver Olmos (Lorca, 1956), el Comisario Jefe del Cuerpo Nacional de Policía de Almería de los últimos ocho años, hasta mayo de 2007.

Definido por sus compañeros como uno de los policías más brillantes, “de los que ve el problema y encuentra el camino más recto para busca una solución”, en definitiva, muy operativo, es ante todo una persona de gran humanidad, preocupada por sus agentes, los problemas de su familia y su entorno. Pero esto, sin embargo, no fue entendido en un primer momento.

Llegó a Comisaría y transformó una organización que estaba muy asentada lo cual le ocasionó no pocos sinsabores. Con un gran sentido de la justicia y muy testarudo en sus planteamientos, no le importó asumir el choque que supuso para una plantilla que sólo con el tiempo, pasado mucho tiempo, le comprendió. Cambió a menudo a los agentes de su puesto, - es el antifuncionario en el sentido más peyorativo de la palabra funcionario, no le gusta la gente acomodada y siempre se preocupa de buscar a la persona más adecuada para cada puesto-, lo que le presentó como una persona incómoda.

Tampoco resultó cómodo fuera pues no le gusta que le impongan criterios.

Aterrizó en Almería en vísperas del estallido de los sucesos de El Ejido, probablemente la secuencia de la historia de esta provincia que más trascendió fuera de las fronteras provinciales. Con casi un cuarto de siglo de experiencia en el Cuerpo, los últimos como comisario, primero en Torrente y después en Cartagena, fue en Almería donde dio el salto profesional. Apenas le había dado tiempo de tomar el pulso a la ciudad cuando casi tuvo que hacer su sede en el municipio del Poniente. Pero éste no sería el único episodio in extremis que le tocara lidiar. Los ocho años que estuvo en Almería fueron los del boom de las pateras, la entrada irregular de inmigrantes de forma masiva y el secuestro y extorsión de estos irregulares, las revueltas vecinales contra la ubicación del Consulado de Marruecos, el asesinato de la pequeña de Piedras Redondas de la forma más cruel que se pueda imaginar, la muerte del empresario Juan Asensio y posteriormente su guardaespaldas, y del italiano Giuseppe D’amico, -aunque ésta no se produjo en su demarcación era consciente de que podría traer consecuencias en su ámbito-… 

No entró con buen pie. Hijo de policía, llegó solo a Almería a los pocos meses de haberse separado de su esposa y sus dos hijos, ya mayores, se quedaron en Murcia. Una plantilla con pocas ganas de cambio, tampoco se lo puso nada fácil  y tal vez su “excesiva” prudencia y sus reticencias hacia los medios de comunicación, le colocaron al pie de los caballos. 

No claudicó. Seguro de cada paso que da, no le importó hacer el papel de feo de la película con tal de conseguir los mejores resultados policiales. De hecho durante varios años consecutivos los índices de delincuencia descendieron hasta el nivel posible, pues era consciente de la limitada plantilla con la que contaba para hacer frente a todas las dificultades que plantea esta ciudad. No obstante, nunca reivindicó públicamente más efectivos, -no así en reuniones internas-, pues entendía que su papel era dirigir con los medios con los que contaba y de la mejor manera posible la familia policial. Siempre trató de mantenerse en un segundo plano porque se siente y sabe que es un profesional.

Con el tiempo, abrió las puertas de la Comisaría para que el trabajo policial pudiera ser conocido y reconocido e invitó a numerosas personas del ámbito público y de la prensa a participar en las reuniones semanales de control.

Hombre solitario, tal vez no por elección sino llevado por la propia dinámica de un cargo que le absorbe la mayoría de horas del día, -en más de una ocasión ha confesado “me he acostumbrado a la soledad”-, es un amante de los paisajes naturales, sobre todo, aquéllos cercanos al mar. Aunque alardea de ser murciano es, sin embargo, en Almería donde ha encontrado su musa, nada menos que el Parque Natural de Cabo de Gata Níjar, -de cuyos paisajes se ha enamorado-, que ha recorrido palmo a palmo a pie y cargado con una cámara digital que le ha proporcionado una colección de este paraje que supera el millar. Curiosamente su afición a la fotografía la descubrió también en Almería.

Le encanta viajar y en los últimos años dedica sus vacaciones a hacer recorridos por lugares lejanos, -África, Canadá, Estados Unidos han sido algunos de sus últimos destinos-, pero siempre en busca de nuevas naturalezas, alejadas de los ruidos de la ciudad, que parecen inspirarle poco. Junto a los viajes, la lectura es otro de sus “vicios”.

El arroz con caracoles es su plato preferido así como un buen pescado, da igual la variedad que sea o la forma en que se cocine.

Con un gran sentido del humor, ha sido en los últimos años cuando ha conseguido la estabilidad buscada, aunque le ha durado poco tiempo. En el momento de concluir su pequeña terraza, en la azotea de la Comisaría, que empezaba a dar calidez a su vivienda, cuando creía que Almería iba a ser poco menos que su últimos destino  y la calma social llegaba también a su plantilla lo que le daba también a él un respiro, su superior, en vísperas de las elecciones municipales de mayo de 2007, le plantea hacerse cargo de la Comisaría de Málaga, un nuevo reto que asume no sin antes poner como condición libertad de actuación. Éste ha sido, sin duda, todo un reconocimiento a su trabajo.


 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2008, en la sección Análisis y Reflexión


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