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Eje transversal
2007 | Economía
Eje transversal
Almería se ha dotado en los últimos veinte años de una red de autovías que es la envidia de otras provincias de similar tamaño. La A-7 que une Puerto Lumbreras con Adra es el eje básico sobre el que se mueve la práctica totalidad del tráfico de mercancías de Almería y, sin el cual, los millones de toneladas de productos hortícolas que producimos tendrían dificultades para situarse en el mercado europeo. El acuerdo que permitió esta obra, siendo ministro de Fomento Javier Sáez de Cosculluela, dejó sin carretera de gran capacidad al mármol. Pero había que priorizar. A finales de los ochenta era más importante para esta provincia una salida natural hacia el Levante que la A-92 pasase por el Almanzora.
El tiempo ha venido a dar la razón a los que entonces modificaron el primer Plan Nacional de Carreteras. El desarrollo que ha significado para Almería esta obra hoy nadie lo pone en duda. Incluso, se reivindica la culminación de la Autovía del Mediterráneo hasta Málaga como eje vertebrador definitivo de Almería y su conexión con el resto de Andalucía por la costa. Los estudios que baraja la Cámara de Comercio señalan que el PIB (Producto Interior Bruto) de Almería crecería hasta un punto si esta obra estuviese concluida.
La Exposición Universal de Sevilla trajo la A-92 norte por Los Vélez. Una obra que para el desarrollo de esta provincia no era vital, aunque dejaba la comarca más al norte conectada, y muy bien, con el resto de Andalucía y con Murcia, su salida natural.
Con ambas autovías hechas, Almería disponía de dos ejes horizontales de comunicaciones que la catapultaban hacia un desarrollo que ya era evidente en todos los sectores económicos. La A-92 y la A-7 eran, son, el complemento perfecto para avanzar en el futuro que esta tierra tiene.
Aún así nunca se entendió que la “Junta de Voluntades” que 1992 debía suponer para Andalucía no significara la unión por autovía de Almería con Sevilla. El reto, planteado por los políticos de la época, sólo se consiguió en Almería diez años después con la culminación de la A-92 sur que, ahora sí, conectaba la ciudad hispalense con la capital. Una obra que nadie entendía porque el tráfico diario no alcanzaba los volúmenes mínimos para convertir una carretera en autovía. El tiempo ha venido a quitar la razón a los dirigentes andaluces que racanearon siempre esta obra. Hoy, cuatro años después de abrirse, la A-92 sur ha permitido el desarrollo de todas las comarcas del interior de Almería y ha abierto una vía de acceso a miles de granadinos y jiennenses hacia las costas de esta provincia. El número de vehículos que hoy circulan por esta carretera supera, con mucho, el planteamiento inicial de la Consejería de Obras Públicas. De alguna manera viene a dar la razón a los que siempre pensamos que la necesidad debe crearse, que ya después vendrá su uso.
Con la autopista de peaje entre Cartagena y Vera se conforma la mayor red de autovías de Almería, a la espera de concluir el ramal que unirá Baza con Overa, por el Almanzora, eje necesario y básico para contar con una gran salida para el sector del mármol.
Pero no es suficiente. Tal es el grado de desarrollo y de futuro que tiene esta provincia, en la que la innovación y el uso de la energía limpia se ofrecen como la alternativa de futuro, que hay que avanzar en comunicaciones. El eje transversal, que debe unir por autovía la comarca de Los Vélez con la capital, hoy casi una utopía, puede ser en el futuro, el camino que vertebre a una de las provincias líderes en el uso de la energía solar y eólica. Futuro, sólo futuro, sobre el que se asentará el desarrollo de una provincia que ha pasado de ser tierra de “legaña”, de tertulia de café, de esparto y de barriles de uva camino del puerto para ser exportados, a líder en tecnología, en industria agroalimentaria y en energías limpias.
Lo que todavía es un embrión –La Cámara de Comercio sólo ha encargado el estudio al Servicio de Estudios de Unicaja- definirá las posibilidades de una red de alta capacidad, capaz de pasar por la Sierra de Las Estancias y la de Los Filabres para conectar las entrañas del mármol con el puerto.
El reto es extraordinario. El coste seguramente también. Pero no se trata de comenzar mañana. Lo que buscamos es programar, definir el camino sobre el que se discurrirá Almería en los próximos 50 años. Planificación y previsión unidas, alejadas de la improvisación de la que siempre hemos hecho gala.
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