Se mire como se mire, hay una cosa en la vida de Juan del Águila que no tiene explicación. Nació en domingo, en día de descanso. Puede parecer una anécdota, pero no lo es en una persona como él, entregado a una idea y a una empresa, y que ha hecho del trabajo su vida. 

Como a los demás niños de su generación, le tocó vivir una infancia de carencias y necesidades y una juventud obligada a trabajar duro. Muy pronto aprendió que lo más grande que tiene una persona es vivir con un propósito, que uno puede hacer lo que quiera si lo intenta lo suficiente y que sólo fracasa quien no lo intenta. Quizá por ello se acercó a la empresa social cooperativa, en la que encontró el mejor medio de trabajar en favor del desarrollo económico y social de Almería. Siempre con una actitud positiva y optimista, anteponiendo la empresa a la persona, el fin social a uno mismo.

Persona íntegra, trabajadora y de hondas convicciones, su vida y su obra representan  el inconformismo y la capacidad emprendedora que ha llevado a los almerienses a conseguir una nueva era de desarrollo, crecimiento y prosperidad. De una u otra manera, el nombre de Juan del Águila está presente en todas y cada una de las iniciativas que han contribuido a conseguir que la fase de crecimiento de las últimas décadas sea sostenible en el tiempo. Poco amigo de las entrevistas y reportajes, y más del trabajo discreto y reservado, en sus pocas intervenciones públicas no duda en exponer sus planteamientos con naturalidad y sencillez. 

Estudió Magisterio y Derecho y suele decir que trabajó veinte años de abogado porque de algo tenía que vivir su familia. Pero el campo y los agricultores siempre han sido su verdadera vocación, asumiendo que su principal reto no era otro que hacer cómplice a la sociedad de su actuación. De ahí que el propósito que guió sus pasos al constituir, dirigir y presidir la Caja Rural de Almería –hoy Cajamar-,  fuera dotar a la sociedad de un instrumento útil que cubriera las necesidades financieras de la economía familiar y de la mediana y pequeña empresa, dando prioridad a las relaciones humanas y al trabajo de las personas. 

Hombre de gran personalidad, genio vivo, opiniones firmes y apreciado sentido del humor, es un lector empedernido. Hasta el punto de que Carmina, su mujer, ha llegado a pedir que no le regalen más libros -porque los lee todos-. Y así debe ser, porque su conversación pone de manifiesto cómo en los textos históricos encuentra respuesta a las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Quizá por ello, una y otra vez, recuerda que nunca debemos olvidar quienes somos, de donde venimos y a donde queremos llegar. Y no regatear esfuerzos para conseguirlo. Almería ha logrado salir de su situación de estancamiento y marginalidad, se ha desarrollado y ha evolucionado, hasta alcanzar niveles de progreso que nadie podía imaginar hace cuatro décadas.  Pero advierte, una y otra vez, que no hay que dormirse en los laureles y que es necesario seguir trabajando, innovando y aprendiendo. Todos los días. Incluso los domingos.