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Codo con codo
La economía almeriense no deja de crecer por encima de la media andaluza y española. La renta familiar de los almerienses se aproxima progresivamente hacia la de los países más desarrollados de la Unión Europea y nos hemos colado entre las 15 provincias más dinámicas del país. El esfuerzo de miles de trabajadores y empresarios, principalmente de la agricultura, turismo y piedra ornamental, nos ha situado como motor del desarrollo económico andaluz y, además, lideramos todas las estadísticas de depósitos y créditos bancarios, PIB y renta per cápita. Almería pasado de ser una de las provincias más atrasadas de España, hace unos 35 años, a un enclave especialmente activo desde un punto de vista económico y también demográfico. Ahora que afrontamos con orgullo y satisfacción este cambio histórico, ligado a la globalización de la economía, es el momento de mirar hacia atrás y comprender que ha sido posible gracias a nuestro tesón y sacrificio, pero también por la masiva llegada de mano de obra inmigrante en los últimos años.
El proceso de convergencia de la provincia se atribuye tanto a un crecimiento en la creación de empleo, que no en productividad, como demográfico sostenido por los movimientos migratorios procedentes de Marruecos en primera instancia y más tarde de los países latinoamericanos y del Este de Europa. Nuestros vecinos, en ocasiones en unas condiciones no muy adecuadas, se han implicado en el desarrollo económico de base agroalimentaria de la provincia y han tirado del carro cuando los almerienses no teníamos las fuerzas suficientes. Tres cuartas partes de los nuevos almerienses han llegado desde otros países y regiones, casi todos en busca de un futuro mejor a base de trabajo y más trabajo. A finales del pasado año, más de 50.000 extranjeros de casi un centenar de nacionalidades estaban afiliados a la Seguridad Social, la mayoría en el Régimen General y pertenecientes a los estados no miembros de la Unión Europea, y sólo 3.000 percibían ayudas por desempleo. La capital almeriense concentra el 26 por ciento de la población extranjera que hay dada de alta en Andalucía, región que tiene el diez por ciento de los afiliados de todo nuestro país.
Los inmigrantes se han convertido en un pilar fundamental de la economía en cuestión de años, sobre todo a raíz del proceso de regularización de mediados de 2005. La cifra de personas de otros países en activo y cotizando ha pasado de los 9.423 de 1998 a los 28.085 de 2002 y más de 50.000 en la actualidad. Todo un impulso definitivo para la consolidación de la provincia. No en vano, según las previsiones del Servicio de Estudios de la Cámara de Comercio, si la provincia almeriense mantiene el modelo de producción actual necesitaremos más mano de obra, unos trabajadores que en determinados sectores ya son mayoritariamente de otros países. El informe del BBVA ‘Perspectivas demográfica y tasa de paro’ señala que en el 2020 habrá en nuestro país escasez de mano de obra, lo que aumentaría los costes salariales, y propone desde ya regularizar un cupo de casi 100.000 inmigrantes cada año. Un reciente estudio de la Oficina Económica del Gobierno pone de manifiesto que el ‘boom’ de la inmigración ha aportado crecimiento a la economía española, ha mejorado la riqueza individual, ha dado más flexibilidad al mercado de trabajo y también ha contribuido al superávit en las cuentas públicas. De hecho, gracias a los inmigrantes la renta media de los españoles ha aumentado en unos 623 euros en cinco años por el alto índice de empleo creado.
Según datos de Asempal, los beneficios de la inmigración para la economía almeriense están más que demostrados. Y no sólo como mano de obra, sino que también destacan su capacidad para emprender. “Suponen el 10 por ciento de los emprendedores que solicitan asesoramiento para la puesta en marcha de un negocio”, asegura el presidente de la patronal de empresarios, Miguel Uribe. Para el director de Almería Acoge, Juan Miralles, “la sociedad que atrae a mano de obra extranjera es porque tiende a crecer” y cree que ahora el reto es que la provincia, además de aprovecharse desde un punto de vista económico de la población extranjera, también sepa apreciar su riqueza cultural y favorecer su integración.
Se buscan inmigrantes formados
Sin embargo, este necesario incremento de personal de otros países en nuestras plantillas no debe realizarse a cualquier precio. Los sindicatos aseguran que sigue existiendo una importante bolsa de economía sumergida y prejuicios sobre la inserción laboral de los inmigrantes, sobre todo para las mujeres. En la provincia han apostado claramente por las cláusulas no discriminatorias por razón de origen en los convenios colectivos y por un impulso de la inspección de trabajo. Además, las dificultades a las que se enfrentan los inmigrantes residentes en los municipios almerienses que han nacido fuera de las fronteras comunitarias aumentan considerablemente a la hora de conseguir las calificaciones y aptitudes que les permitan mejorar su situación socioeconómica. Los problemas en cuanto a la homologación de títulos académicos que sí tienen en sus países de origen, la carencia de un nivel económico digno con salarios bajos y la falta de conocimiento del idioma que les pueda habilitarse para sacarse el carné de conducir o asistir a cursos de formación son lastres cada día más evidentes en un colectivo que en algunos estudios ya genera el 20 por ciento del PIB provincial.
Los inmigrantes, por tanto, son un importante agente económico que está insuficientemente formado, lo que determina por desgracia que aún un porcentaje elevado de trabajadores no españoles estén sin contrato. Una reciente encuesta del Servicio ‘Andalucía Orienta’ de la Consejería de Empleo pone de manifiesto que los peones de construcción y agricultura, en el caso de los hombres, y del servicio doméstico, con las mujeres, son los que más sufren situaciones de desprotección por no tener relación contractual. El informe mantiene que mientras que en sus países de origen el nivel de extranjeros comunitarios sin estudios alcanza el 24 por ciento, al llegar a la provincia aumenta hasta un 88 por ciento, porque no consiguen tener reconocido en Almería un nivel de FP o Bachiller y mucho menos universitario. Situación que se complica aún más cuando el 73 por ciento de los inmigrantes que trabajan en la provincia no han realizado ningún curso de formación o reciclaje. No en vano, un 30 por ciento de los extranjeros de la provincia encuestados por ‘Andalucía Orienta’ estarían dispuestos a estudiar la ESO, una oportunidad que no se les concede.
La Cámara de Comercio preside la Comisión Nacional de Inmigración
En este sentido, no podemos olvidar que la Cámara de Comercio de Almería presidirá la Comisión Nacional de Inmigración del Consejo Superior de las Cámaras de Comercio y van a hacer una clara apuesta por los cursos de formación en los países de origen. El nuevo organismo pretende que las personas extranjeras lleguen a España formadas en los puestos donde hay una mayor necesidad de mano de obra, iniciativa que puede impulsar aún más el crecimiento de la economía almeriense. Un proceso de consolidación que no pasará por alto la libre circulación de rumanos y búlgaros a partir de 2009, tras su entrada en enero como miembros de la Unión Europea.
Un apunte más. El 20 por ciento de las transacciones de viviendas realizadas en la provincia de Almería durante el pasado año las llevaron a cabo los ciudadanos extranjeros que residen o no en nuestro país, cifras que evidencian la importancia de los flujos migratorios para el sector de la construcción, que ha encontrado en los extranjeros un aliado fundamental a la hora de trabajar como mano de obra y también en las necesarias compraventas. Y es que Almería, con más de 20.000 niños y niñas de un centenar de países en sus colegios, debe perder el miedo a la inmigración. Sus beneficios para nuestra economía están más que demostrados y confio en que algún día no muy lejano también se puedan constatar abiertamente (con la precisión de las estadísticas que tanto gustan a nuestros empresarios) sus aportaciones sociales y culturales. Es necesaria su integración plena y efectiva en nuestra sociedad y no caben más posturas xenófobas. Si pueden ser almerienses para trabajar codo con codo y levantar nuestra economía, también lo deberían ser para vivir en unas condiciones dignas, con viviendas humanas, con una educación adecuada, con todos los servicios comunitarios, sin prejuicios y con la opción de elegir a nuestros representantes políticos. Almería es tierra de emigrantes y debe dar ejemplo.
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