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El campo que viene


Es la lucha integrada y biológica la panacea para acabar con la crisis que padecen los cultivos de frutas y hortalizas de Almería. O quizás sea la interprofesional del sector la que solucione los problemas de nuestros agricultores al permitir llegar a los mercados europeos con una postura de mayor fuerza que la actual.

No sabemos si estas dos opciones van  a solucionar la tendencia de caída del poder adquisitivo de nuestros empresarios y productores agrícolas como llevan varios años denunciando las organizaciones y asociaciones agrarias, pero lo que muchos especialistas afirman es que las dos opciones pueden ayudar bastante a conseguir un sector hortofrutícola propio del siglo XXI.

A los ciudadanos nos preocupa que el sector que ha permitido a Almería salir de los últimos puestos de renta per cápita nacionales se hunda ante la falta de consenso de todas las partes que participan en este proceso agrícola. 

El campo almeriense ha representado durante muchos años el papel de la huerta de Europa. Las condiciones climatológicas y la aplicación de las nuevas tecnologías de cultivos intensivos a las diferentes producciones, han permitido al agricultor de esta tierra liderar la innovación en la agricultora española durante la década de los ochenta y los noventa. Pero el cambio de siglo ha generado un carácter diferente al mundo agrícola. Hoy en día, los consumidores son mucho más exigentes y a la hora de comprar se decantan por los productos que han sido elaborados respetando las normas medioambientales, de calidad y de seguridad impuestas por los mercados comunitarios.

La trazabilidad viene a cubrir las necesidades de seguridad de los alimentos pactadas por todos los países integrantes de la Unión Europea. La nueva ley entró en vigor hace ahora dos años y permite seguir todo el proceso de cultivo y comercialización de cualquier producto. En caso de un problema de salud derivado de un alimento, en muy poco tiempo se tiene constancia de donde ha podido surgir el error. 

La futura creación de un parque tecnológico de la industria auxiliar de la agricultura también tiene que servir para potenciar las investigaciones y servicios que desde Almería se han incorporado al mundo de los cultivos de primor. Es evidente que la competencia que terceros países están ejerciendo sobre las producciones de nuestra provincia ha provocado una caída de precios. Pero también  está claro que la experiencia acumulado en las últimas décadas y los experimentos desarrollados con éxito en cualquiera de los centros de investigación agraria repartidos por la provincia, tienen que permitir que nuestra agricultura vuelva a ser un referente internacional. Sólo tenemos que fijarnos en el modelo holandés, que en los últimos años ha vuelto a ocupar un puesto predominante en la agricultura intensiva de todo el mundo, gracias a la tecnificación extrema y la reexportación.

La competencia no sólo viene de Marruecos, un país donde los costes de producción son mucho más bajos que en España. Desde este país han entrado en Europa 220.00 toneladas en la última campaña, un 13 por ciento más que con respecto a la campaña anterior. Si echamos la vista atrás, nos damos cuenta que Marruecos ha aumentado cada año en 4.000 toneladas sus exportaciones al continente europeo. Además, países muy próximos a Europa, como Turquía e Israel están incrementando considerablemente sus ventas en el viejo continente en detrimento de nuestras producciones.

Una fórmula que se empieza a barajar es la posibilidad de destinar la producción excedente a alimentos empaquetados, semielaborados y totalmente cocinados. Lo que se viene a denominar, cuarta, quinta y sexta gama. Aunque de forma piloto, estos experimentos pueden permitir al sector luchar contra la presión que las grandes cadenas alimenticias ejercen sobre los precios en origen y satisfacer las necesidades de muchos ciudadanos que ven en estos alimentos una solución rápida a su falta de tiempo. 

La actividad agraria en la provincia de Almería genera más de 30.000 puestos de trabajo directos y otros 24.000 indirectos y es el medio fundamental de vida de unas 14.000 familias. Las frutas y hortalizas representan el 47 por ciento de la producción agraria, y un 30 por ciento de las exportaciones agroalimentarias.

Los agricultores reivindican con razón un control de las importaciones de tomate mediante la modificación del régimen de precios de entrada para evitar el impago de tasas por parte de los productos procedentes de terceros países, la aplicación del sistema de certificados de importación a los productos en situación de crisis y mayor control de fronteras de las importaciones. Además, solicitan un apoyo decidido a la lucha biológica como fórmula fundamental para adaptarse a las exigencias crecientes en materia de calidad de la demanda y la puesta en marcha de un Plan Sectorial de Modernización de Explotaciones. Pero antes, los ciudadanos les exigimos a ellos que obliguen a sus representantes a ponerse de acuerdo para tener una postura común ante la Consejería y el Ministerio de Agricultura que pueda ser defendida en Europa. No hay que olvidar la oferta formulada por la Junta de Andalucía de poner sobre la mesa una importante cantidad de dinero para promocionar los productos hortofrutícolas almerienses si se constituía la interprofesional, y el año acabó sin acuerdo, aunque la tarea legislativa en el reglamento regional está totalmente culminada. 

Los datos presentados por la Junta de Andalucía señalan que la producción de hortalizas ha crecido un ocho por ciento durante 2006. Si miramos la balanza comercial nos damos cuenta que las exportaciones agrarias han aumentado un tres por ciento, llegando a superar los 3.900 millones de euros. Las exportaciones hortofrutícolas, que son las que más repercuten en Almería, han caído en este año un 25 por ciento. 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2007, en la sección Economía


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