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¿Aprecio al patrimonio almeriense?

YOLANDA CRIADO
@yolandacriado

El poco aprecio al patrimonio es quizá uno de los aspectos más destacados de las políticas culturales locales y autonómicas de las que es heredera nuestra ciudad. Vemos cómo pasan años y años ante los ojos de las ruinas del Palacio del Almanzora, de la Estación del Ferrocarril abandonada, de cientos de casas históricas que se caen a pedazos sin que se haga ni el más mínimo acto para su conservación efectiva y, sobre todo, para la puesta en valor de estos inmuebles patrimoniales. Eso si, no se dejan de anunciar medidas de actuación.

Como consecuencia de ello vemos que la actividad en torno al tejido asociativo en materia cultural es uno de los referentes de lucha más destacados con plataformas como ‘Salvemos’. Luchamos por La Molineta (patrimonio etnológico), luchamos por el toblerone (patrimonio arquitectónico), luchamos por el Cortijo del Fraile, por el entorno de la Alcazaba, por el Cerro de San Cristóbal, por tantos referentes culturales con los que los ciudadanos somos sensibles y que están demandando a gritos su conservación. Y todo ello, porque evidentemente, las medidas de actuación anunciadas en las ruedas de prensa por el político de turno y reflejadas en las fotos de los periódicos no dan resultado. Si no, no habría tanta lucha, digo yo.

Y fíjense, por todo esto hoy yo voy a hablar de la lucha por el patrimonio, pero de uno del que se habla menos, del patrimonio inmaterial y concretamente del folk-lore. Este término que viene de Volk que en alemán significa pueblo y Lore, que significa conocimiento. Así que por lo que yo quiero luchar a través de estas líneas es por el conocimiento del pueblo, por la sabiduría popular, por nuestro Folklore o folclore, como ustedes prefieran. En torno a esto, tenemos también muchos ejemplos en nuestra provincia. Afortunadamente, en las últimas décadas del siglo XX, fueron muchos los esfuerzos que se hicieron en Andalucía por la recuperación de las tradiciones de los pueblos andaluces y su folklore. Sabia esta apuesta de las administraciones, de la Junta de Andalucía y las Diputaciones ya que previeron que si los pueblos se mantenían, se gozaría entre otras cosas de un incipiente turismo cultural donde es precisamente el folklore el que va a destacar por encima de todo. Claro, aquí la Revolución Industrial llegó tan tarde que los países nórdicos ya veían en España el lugar donde disfrutar de tradiciones perdidas en sus modernas urbes.

En Almería, tenemos ni más ni menos como ejemplo de la apuesta de las administraciones el Festival de Música Tradicional de la Alpujarra que cada año recupera, entre otras, las canciones de la Faena de la Uva, pero además, contamos con un importante tejido asociativo que trabaja cada año por la difusión de nuestro folklore, sobretodo, el musical que se puede mostrar en citas como el Encuentro de Cuadrillas de Los Vélez, El Festival de Trovo de El Ejido o los festivales locales de folklore. La materia prima, la tenemos. En materia de conservación afortunadamente desde la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía se ha estado haciendo un importantísimo trabajo de investigación a partir del Atlas del Patrimonio Cultural Inmaterial de Andalucía, que recoge las tradiciones de Almería así como del resto de provincias y que, esperamos, siga adelante con las últimas fases del proyecto.

Si nos vamos al resto del ámbito nacional, vemos cómo en Málaga, los encuentros de Verdiales congregan a miles de personas, cómo danzas como la Muixeranga de Algemesí en Valencia están reconocidas por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cómo los Castellers en Cataluña, congregan cada vez a más participantes (todos ellos presentes a través de un importante tejido asociativo), cómo en el Interior de Castilla y León existen consorcios que velan por la buena praxis en la gestión del folklore y existen desde hace décadas fundaciones de folklore como la Fundación Joaquín Díaz, con sus archivos repletos de grabaciones de cantos tradicionales, o el Museo de Instrumentos Tradicionales que hay en Urueña en Valladolid. Mientras tanto, aquí en Almería los instrumentos tradicionales de las cuadrillas de músicos almerienses como el guitarro o el zaramangüel, ya los hemos perdido. Mención aparte merecen los intérpretes profesionales de música tradicional. Mientras en Galicia, Cataluña, el interior de Castilla y León se conforma un gran sector productivo musical que da trabajo a mucho jóvenes que dedican su carrera a este repertorio, en Almería no hay posibilidad de que grupos profesionales desarrollen su carrera en este sentido.

Por todo ello, es más que sorprendente que haya desaparecido en la capital la escuela Municipal de Folklore. Mientras en agosto de 2013 el Ayuntamiento de Almería se felicitaba por la celebración del XXX Festival Internacional de Folklore ‘Ciudad de Almería’, que por cierto, ha pasado sin pena ni gloria —sin ningún acto de gestión cultural que lo pusiera en valor, ni exposiciones, ni charlas— el folklore en sí mismo quedaba relegado al último escalón de la gestión. Con la apertura de la esperada Escuela Municipal de Música y Artes (EMMA) se ha dejado olvidado en un cajón el convenio que allá por los años 80 firmaba el Ayuntamiento de Almería con la recién creada Asociación de Coros y Danzas Virgen del Mar, que llevaba consigo la creación de una Escuela de Folklore y que ha sido el lugar donde muchos almerienses han aprendido a tocas las castañuelas, a bailar la Petenera y a interpretar con bandurrias, guitarras y laúdes el Fandanguillo de Almería, ese que suena en el reloj de la Plaza del Ayuntamiento y, que por cierto, no es fruto del anonimato sino que tiene un compositor almeriense, Gaspar Vivas, pero que ha pasado a formar parte del corpus folklórico almeriense por la popularidad de su música, aunque éste es otro tema.

Durante todo el 2013 la EMMA ha recibido numerosos proyectos culturales, exposiciones, conciertos, cursos de formación musical... Pero curiosamente y obviando el convenio citado, se han olvidado de nuestro folklore. Afortunadamente, en esta escuela municipal sí que se dan clases de Flamenco, eso es fácil, no hay que protegerlo, está en constante ebullición y es rentable. Pero ¿qué pasa con el folklore, con ese patrimonio inmaterial autóctono nuestro? Inicialmente el plan de estudios de la EMMA ofertaba en sus trípticos informativos, clases de sevillanas, algo muy pobre con lo que respecta al folklore almeriense.

En estos momentos, la Escuela lleva ya más de tres cursos completos sin impartir clases, lo que sumado a los años que ha estado itinerando en diversos espacios por la obras de la antigua Casa de la Juventud, hace que la cantera de almerienses que tenían al menos un ápice en su formación sobre cultura autóctona, haya ya desaparecido. Y eso a pesar de que algunos de los titulares de los periódicos locales en 2013 anunciaban el convenio como vemos en la foto para que la escuela de música y la de folklore compartieran el edificio.

Ese convenio hizo aumentar las tarifas “municipales” estipuladas inicialmente. De pagar 45 euros al cuatrimestre (de octubre a enero y de febrero a junio) por las clases de baile, guitarra o bandurria, se pasaba a pagar 60 euros el trimestre. Y hay que tener en cuenta que no es lo mismo motivar a los niños y niñas a tocar el piano que a tocar la bandurria, ¡claro está! El alumnado prácticamente desapareció. Pero no sólo por eso. Si se preguntaba en información de la EMMA por el profesor de las clases de folklore, la respuesta era que no había (y eso mientras se estaban impartiendo las clases de folklore). Todo ello con un inicio de curso académico retrasado hasta el mes de abril y que apenas se mantuvo tres meses, hasta junio de 2013. Ni desde el Ayuntamiento, ni desde la gerencia de la EMMA se ha llegado a un acuerdo definitivo con el tema del folklore.

Por eso es necesario cuestionar el Plan de Estudios aprobado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Almería y presentado por la gestora de la EMMA así como su cumplimiento en estos dos años ya que los contenidos pedagógicos relativos al folklore, que sí fueron anunciados en un principio, no se han cumplido.

El patrimonio cultural inmaterial es algo que hay que trabajarlo a medio y largo plazo, es algo que genera mucho interés si se sabe ver y tratar de forma inteligente. Pero además, es algo por lo que muchos colectivos culturales almerienses trabajan y eso, hay que ponerlo en valor. En Almería según datos del Registro General de Asociaciones de Andalucía en el año 2012 hay registradas 337 asociaciones culturales musicales, de ellas, 259 están catalogadas como de Música popular y folklórica. ¿De verdad piensan que esto no es rentable?

 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2014, en la sección Cultura


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