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Fotogramas al natural

EVARISTO MARTÍNEZ
@evaristomr

El Cine Club Almería se ha convertido en uno de los pilares de la programación cultural de la capital. Cada año, en rigurosa versión original, ofrece una selección de títulos, la mayoría inéditos en salas comerciales de la provincia, que han descollado en el circuito independiente.

Hoy vemos más cine que nunca (en la televisión, en el ordenador, en el móvil, en la tableta) pero nunca hemos ido tan poco a los cines y muchos han olvidado, o marginado a muy contadas ocasiones, el acto de compartir con otros la liturgia de la sala oscura. La experiencia de disfrutar con una película es hoy más egoísta, menos colectiva; más partida (por la publicidad, por las numerosas ventanas de exhibición, por el ritmo letal del día a día) y menos compartida. Y bien es cierto que el entorno no ayuda: en Almería capital, por ejemplo, hay once salas de cine, aproximadamente la mitad que hace quince años. Diez de estas pantallas se agrupan en un centro comercial y la otra, la única que queda ya en el centro, sobrevive al abrigo del Teatro Cervantes. Los exhibidores, castigados no sólo por la piratería sino por el contexto general de crisis de consumo y su particular penitencia del IVA cultural del 21% (que ha llevado al cierre de más de 150 cines en toda España desde septiembre de 2012), tienen claro que para que el negocio sobreviva deben apostar por los títulos más comerciales.

Así las cosas quedan pocas opciones para disfrutar en pantalla grande de otro tipo de cine, ese que uno descubre escrutando los palmareses de los grandes festivales y acapara todas las estrellas en los paneles de puntuación de los críticos. Ese cine que fluye al margen de los circuitos convencionales y que sumerge al espectador en otras realidades, en otras sociedades, en otros mundos. Ese cine que seduce con imágenes sorprendentes y voces en lenguas que nos son extrañas y que se presenta al natural, sin ‘aditivos’ pasajeros, como el 3D, ni ‘colorantes’ que ya deberían haber prescrito, como el doblaje.

Ojo, pocas opciones, que no ninguna.

Aquellos que se sientan en una butaca durante dos horas con ganas de algo más que pasar el rato delante de una pantalla tienen desde 2006 su propio templo: el Teatro Apolo, el espacio cultural con más encanto de la ciudad, reconvertido durante el curso lectivo, una vez en semana, en eso que nuestros padres llamaban una sala de arte y ensayo.

El Cine Club Almería, que organiza y produce La Factoría para el área de Cultura del Ayuntamiento de la capital, ve pasar las estaciones en versión original. Es una actividad consolidada –y muy esperada- en el panorama cultural almeriense. El curso 2012/2013, 8.625 espectadores acudieron al Apolo en los tres ciclos (otoño, invierno y primavera) que ofrecen proyecciones semanales con dos pases (20 y 22 horas) al precio de 3,5 euros, por debajo de la media de las salas comerciales de la provincia.

Los títulos seleccionados reúnen premios de los mejores festivales internacionales, como San Sebastián, Cannes, Venecia y Berlín, han recibido el aplauso de la crítica y no suelen haberse visto antes en Almería. “Son películas que no siguen los criterios comerciales ni sus canales tradiciones de comercialización y marketing. Hay una gran variedad de géneros y temáticas que muestran diferentes nacionalidades y culturas a través de la mirada universal del cine”, explica David del Pino, gerente de La Factoría. Los clásicos y los cortometrajes de autores almerienses también encuentran de forma esporádica su espacio en la programación del Cine Club.

Para David del Pino, una de las claves de que el Cine Club haya echado raíces sólidas está en “la apertura a la sociedad”, con entradas a un precio asequible (con descuentos además para universitarios) y la participación de profesionales de muy diversos ámbitos —de las letras al deporte— en las presentaciones previas a las proyecciones.

El papel dinamizador de la cultura almeriense del Cine Club y el trabajo de La Factoría ha sido reconocido incluso fuera de nuestras fronteras: en 2013, la Asociación de Escritoras y Escritores Cinematográficos de Andalucía los nominó a sus Premios Asecan en la categoría de mejor labor de difusión.

Haciendo historia

El Cine Club Almería ha pasado por cinco grandes etapas. Su origen se remonta a 1995 y su primera sede era la pequeña sala de proyecciones ‘Cecilio Paniagua’ del Auditorio Maestro Padilla. Detrás del proyecto, llamado Cine Club Universitario, el Vicerrectorado de Extensión Universitaria de la Universidad de Almería, el área de Cultura del Ayuntamiento de la capital y la asociación cultural Askua.

En 2003 pasó al Teatro Cervantes con la gestión de la asociación cultural La Secuela, un cambio de escenario que propició el incremento de espectadores.

Tras la disolución de La Secuela, tres de sus socios formaron La Factoría que se hace cargo de la programación en el curso 2005/06. De su mano se instala en el Teatro Apolo e inaugura además otra sede en la Escuela de Música de El Parador, en Roquetas de Mar, con algo más de una decena de proyecciones cada curso.

En otoño de 2011, pocas semanas antes del inicio de la temporada y con el recuerdo reciente de la celebración de sus quince primeros años de vida, la Universidad de Almería retira su apoyo a la actividad, que pasa a llamarse Cine Club Almería y tiene al Ayuntamiento como patrocinador principal.
Lejos de debilitarse, el Cine Club se ha convertido en una de las piezas más fuertes de la programación cultural de la ciudad: desde 2010, esta actividad suma casi mil nuevos espectadores cada curso. Un público que ha podido empaparse de cine en estado puro y respirar fotogramas al natural.

Precios bajos contra la crisis

Desde agosto de 2013, las salas de la capital son de las más baratas de toda España. Los cambios de hábito en el consumo audiovisual y el IVA cultural del 21% aplicado desde septiembre de 2012 han provocado un descenso general de público en nuestro país que la empresa Sintagmo, que gestiona las diez salas de los Cines Monumental y la del Teatro Cervantes, decidió combatir con una bajada de precios que se sumaba a su decisión anterior de no repercutir en el espectador el incremento del IVA.

Así, los cines de Almería permiten disfrutar de una película en días laborables por cuatro euros (una bajada del 33,3% respecto a la tarifa anterior), mientras que en fines de semana (de viernes a domingo) y festivos las entradas cuestan 5 euros (una disminución del 16,6%).
Además, el Teatro Cervantes ofrece por esos mismos precios programa doble, filmes que suelen ser de carácter más independiente aunque en versión doblada.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2014, en la sección Cultura


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