La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

A todo gas


  

Elio Sancho


El paro no para


  

Javier Martínez Alcaraz


Esperando que escampe el temporal


  

David Uclés


El campo se concentra


  

Armando García


Un día de furia


  

David Baños


Turismo Ficción


  

Míriam Buil


Por un huerto solar


  

Miguel Pérez de Perceval




Artículos de este autor

Un día de furia


2009 | Economía



Modernidad, quince años después


2007 | Cultura



Del Apagón a la ‘TEDETEtización’


2011 | Comunicación y Opinión



Un día de furia


Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando un mal día empieza a enseñarte los dientes, me acuerdo de Michael Douglas en aquella película que pasó por las salas de cine con más pena que gloria y que se titulaba “Un día de Furia”. La jornada comenzó para él en medio de un terrible atasco en una de esas enormes autopistas norteamericanas. Era verano, hacía mucho calor y el aire acondicionado no funcionaba. Dentro del coche se lo comían las moscas,  el ruido de los cláxones le martilleaba la cabeza y los gases de los tubos de escape casi no le dejaban respirar. Aquel personaje (William Foster) no lo pudo soportar, dejó el coche en la carretera y se marchó andando tratando de que se le enderezara el día, pero las cosas fueron a peor.

Estoy seguro de que muchos almerienses se sintieron como Michael Douglas el 11 de junio de 2008. Aquel miércoles sacó de sus casillas a muchos ciudadanos. No se podía circular por el Paseo, ni por el Parque, además en las gasolineras no había combustible para repostar, en el mercado no quedaba pescado y escaseaba la carne, en muchos supermercados habían desaparecido de las estanterías productos básicos como la leche, la harina o el arroz. Ese día coincidieron en Almería las protestas de transportistas, agricultores y pescadores y entre todos colapsaron la ciudad durante algunas horas. Cada colectivo por separado, cada uno con sus problemas, con sus reivindicaciones y a su manera. Puede que ese día se escenificara en esta tierra el inicio de la crisis económica.

Los transportistas se fueron a la huelga en la madrugada del 8 de junio para reclamar al gobierno medidas que les permitiesen cubrir los costes de explotación de sus vehículos. Después de una semana de paro, este sector consiguió que se atendieran algunas de sus peticiones. Pero hasta llegar a ese punto en Almería asistimos a interminables colas de vehículos que buscaban combustible en las estaciones de servicio. Nadie quería quedarse sin gasolina y no fueron pocos los que llegaron pronto, llenaron el depósito y unas garrafas extra por si la huelga se alargaba más de la cuenta. En la capital, el primer día de paro se acabó el suministro de diesel y en buena parte de la provincia cerraron gran número de gasolineras porque no quedaba ni una gota en sus surtidores. A mediados de la semana las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado tuvieron que escoltar camiones cisterna para que se pudieran reponer las reservas de combustible.

Nuestros pescadores también colgaron las redes durante unos días porque el precio del gasóleo hacía insostenible su actividad. Fue tiempo de pancartas, concentraciones, manifestaciones. Los barcos de Almería, Adra o Carboneras permanecieron amarrados y las consecuencias se dejaron notar en los mercados, que se quedaron sin pescado fresco que ofrecer a sus clientes. Después de dos semanas de movilizaciones el gobierno cedió e incrementó en 19 millones de euros las ayudas para el sector. Además administración y armadores se comprometieron a trabajar en la reconversión de su actividad.

Los agricultores comenzaron el mes acampando a las puertas de la Delegación Provincial de Agricultura de la Junta de Andalucía de la mano de COAG. Reclamaban así una rebaja fiscal que ayudara a superar la baja rentabilidad de sus cultivos. ASAJA  también protagonizó una polémica manifestación por las calles de la capital, coincidiendo con un día histórico para Almería. El 3 de junio se celebró el primer Consejo de Gobierno Andaluz en nuestra tierra. Los gritos y las pitadas de los manifestantes se colaron aquella mañana por las ventanas del salón noble de la sede del ejecutivo autonómico en el Paseo de Almería, mientras Manuel Chaves explicaba a la prensa cual había sido el resultado de la reunión. COAG y ASAJA terminarían uniendo sus fuerzas ocho días después frente a la Delegación de Hacienda. 

El 11 de junio, mientras los pescadores se manifestaban por la vía parque y los transportistas habían dejado aparcados sus camiones, más de dos mil agricultores reclamaban a gritos la rebaja fiscal frente a la Delegación de Hacienda. Todo entraba dentro de lo habitual en este tipo de movilizaciones, hasta que un grupo de personas comenzó a lanzar berenjenas contra los agentes de policía que impedían la entrada en la sede de la Agencia Tributaria. Los manifestantes no supieron comportarse ese día y la policía tampoco estuvo a la altura de los acontecimientos. Aquella protesta acabó convertida en una batalla campal entre agricultores y agentes. Unos lanzaban hortalizas y cajas de plástico y los otros bolas de goma. El número de heridos ascendió a veintiuno, trece agentes y ocho agricultores. Un policía nacional perdió una pistola en la refriega y los responsables de las dos organizaciones agrarias convocantes terminaron imputados por un presunto delito contra el orden público. Las movilizaciones continuaron con un corte de la autovía del mediterráneo y con nuevas convocatorias en Madrid y Sevilla, pero la rebaja fiscal no llegaría para este año 2008.

Después del mes de junio cesaron las protestas, pero durante todo el 2008 la crisis económica le ha ido sacando sus garras a infinidad de sectores. La construcción ha caído en picado, la venta de coches no recuerda un año peor, el comercio también se ha resentido, incluso las empresas del mármol han visto descender sus números. Sólo la agricultura y el turismo han sido capaces de mantener el tipo a lo largo de esta difícil época. Hasta las administraciones públicas han padecido los efectos. La consecuencia de todo esto ha sido el incremento del paro. Llama la atención que nuestra provincia haya pasado de rozar el pleno empleo, a estar en los primeros puestos del ranking de los territorios con mayor tasa de desempleo de España. Según datos del INEM, 2008 se despidió con 49.683 parados, 19.426 más que doce meses antes. En un año la subida fue del 64’20%. El 31 de Diciembre muchos almerienses celebraron la Nochevieja con el deseo de que las cosas cambien en 2009, pero lo cierto es que ni los más reputados economistas se han atrevido a poner fecha de caducidad a la crisis.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Economía


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