La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

A todo gas


  

Elio Sancho


El paro no para


  

Javier Martínez Alcaraz


Esperando que escampe el temporal


  

David Uclés


El campo se concentra


  

Armando García


Un día de furia


  

David Baños


Turismo Ficción


  

Míriam Buil


Por un huerto solar


  

Miguel Pérez de Perceval




Artículos de este autor

El paro no para


2009 | Economía



El paro no para


Inmersos en una crisis sin precedente alguno, el ciudadano de a pie ha comenzado a sentir los efectos de la debacle económica cuando las orejas del desempleo han aparecido como sombra amenazante, ávida de lanzarse sobre el cuello de sus ingresos. Muchos de ellos ya han caído. Más de 50.000 almerienses, concretamente 51.692 según el Ministerio de Trabajo (Enero 2009), afrontaron la complicada y mitificada cuesta de enero sin empleo al que asir su esperanza, casi 20.000 más que en enero de 2008. Y lo peor es la sensación generalizada de que todavía no se ha tocado fondo.

Almería, por supuesto no es una excepción, ni en el territorio nacional, ni en la Zona Euro. España concluyó el año avistando los 4 millones de parados como una posibilidad terrorífica, pero cercana. Pero yendo más allá, desde Bruselas describen que, entre 2008 y 2010, la tasa de paro española pasará del 13,9% hasta rondar el 21,4% el próximo año, lo que supone casi cinco millones de parados si la población activa continúa constante. De encabezar el empleo, España ha pasado a liderar el aumento del paro en tan sólo un año y desde las instancias comunitarias se da por hecho que la tasa de desempleo en nuestro país duplicará a la de la Unión Europea en 2009.

El drama del desempleo se torna más cruel si consideramos que casi 8.000 parados de la provincia no reciben ninguna prestación. Las letras, los pagos llegan y no hay dinero para afrontar lo que se debe. La morosidad aumenta, los bancos desconfían y el bloqueo está servido.

El cemento arrastra

Nuestra provincia se situó años atrás en unas tasas de paro tan bajas, debido al arrastre de una corriente coyuntural, no estructural, por eso ahora ha pasado a ser una de las grandes perjudicadas del agotamiento del modelo. Por sectores, se antoja evidente que el que más daño ha hecho al empleo, por su crecimiento y engorde especulativo sin tener los pies en el suelo, ha sido el de la construcción. El denominado milagro económico almeriense se sustentó, durante décadas, en un sistema de producción agrícola intensivo que sacó a la provincia del furgón de cola de las balanzas numéricas de PIB y renta per cápita, hasta ser ejemplo de rápido crecimiento y desarrollo. La estabilización del sector agrícola, ya que no podía seguir soportando esos aumentos porcentuales, coincidió con el boom inmobiliario. 

En el campo almeriense se decía, hace apenas dos años, que el agricultor que no había invertido en el ladrillo debía ser medio tonto… Pájaro en mano o ciento volando, la realidad ha demostrado una solidez para el campo, ajustándose en cada momento a los tiempos (llámese ahorro de agua, tipificación, trazabilidad, adaptación constante a la normativa de uso de productos químicos o producción integrada), pese a algunos problemas endémicos que aún le lastran, mientras que el de la construcción ha evidenciado una sobreexplotación nociva de sus propias posibilidades que ha derivado en la destrucción del empleo directo que generaba, así como el de otras actividades auxiliares asociadas, u otros íntimamente relacionados como el sector servicios, el turismo o el comercio.

Una vez caído el árbol, es sencillo hacer la leña. La economía provincial, las entidades de crédito, trabajadores sin cualificación, encontraron en el sector de la construcción un filón de crecimiento, beneficio y empleo. No es de recibo demonizar una vez muerto y cuando vienen mal dadas, porque mientras era motor, las únicas críticas venían o por el precio de las hipotecas o por sus excesos medioambientales. Lo que sí se hace necesario es aprender de los errores, ejercer la autocrítica y poner las bases y las herramientas para poder salir del naufragio colectivo.

Formación e investigación

La ausencia, cuando no déficit, de cualificación de un porcentaje significativo de la población activa, tanto inmigrante como autóctona, limita las posibilidades de inserción laboral. Una vez roto el saco, tanto las administraciones, como los agentes sociales competentes, como los propios parados, en ejercicio de un aconsejable periodo de ‘desempleo activo’, deben mejorar la formación y por tanto las aptitudes, en aras de un aumento de la productividad, (otro mal inherente de nuestro carácter patrio) así como de una mayor preparación para cubrir más áreas del mercado laboral. Además de ser una fórmula eficaz para evitar las consecuencias psicológicas negativas que supone el paro en la persona y familias.
 Almería debe ser consciente de que no podemos conformarnos con el pan de hoy y mañana ya veremos. Al igual que con la formación, es necesario adoptar un compromiso firme con la investigación, como garantía de futuro. Sin duda, el futuro estará marcado por la competitividad de estos factores, y ella no se gana si no se trabaja con el compromiso de todas las partes implicadas.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Economía


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