Miércoles 24 Abril 2024

La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

A todo gas


  

Elio Sancho


El paro no para


  

Javier Martínez Alcaraz


Esperando que escampe el temporal


  

David Uclés


El campo se concentra


  

Armando García


Un día de furia


  

David Baños


Turismo Ficción


  

Míriam Buil


Por un huerto solar


  

Miguel Pérez de Perceval




Artículos de este autor

El campo se concentra


2009 | Economía



Residuos en pimiento. De crisis a oportunidad


2008 | Análisis y Reflexión



La hipótesis de la no casualidad


2007 | Economía



Y dios creó el Silestone...


2013 | Economía



El campo se concentra


La concentración de la oferta es, a buen seguro, uno de los objetivos más perseguidos por el sector agrícola almeriense durante los últimos diez años. Se ha hablado mucho de la necesidad de hacer más fuerte el tejido comercial de la agricultura creando grandes grupos de venta, unificando criterios de precio y rompiendo en definitiva con uno de los grandes enemigos del presente y del futuro del campo almeriense: la competencia interna. Echar un vistazo a los listados oficiales de operadores comerciales de productos agrícolas pone de manifiesto la terrible desorganización de la oferta en la provincia. Más de doscientos operadores compiten entre ellos a diario para vender la mercancía disponible al mejor postor. Es un secreto a voces que algunos de esos operadores no pueden llegar a realizar una labor profesional de venta, y se limitan a expedir género sin precio (venta a resultas) por culpa de la excesiva presión que reciben por parte de sus compradores.

Con este panorama de fondo, no falta en el sector agrícola quien comenta con algo de humor que a veces la comercialización hortofrutícola en origen más bien podría ser el guión de una actuación del entrañable Gila, con interminables llamadas de teléfono en las que los compradores intentan continuamente regatear el precio sin escatimar en argumentos, ya sean reales o ficticios. Y al mismo tiempo, los vendedores se dedican a enjugar el sudor provocado por los nervios y por la responsabilidad de tener un almacén lleno de producto del que dependen las rentas de miles de agricultores.

La realidad de la comercialización es así de dura, cada día, y lejos de tener remedio todo indica que con el paso del tiempo la situación se agravará. Aquellos felices años que aún algunos recuerdan en los que el campo de Almería “vendía de todo y a buen precio” por el liderazgo comercial en toda Europa durante los meses más fríos ya han pasado. Lo que durante mucho tiempo sólo era capaz de hacer Almería, que funcionaba buena parte del año como la despensa de gran parte de Europa, actualmente se hace también en otras muchas zonas de producción. No hay que irse muy lejos, ni siquiera hay que cruzar el Mediterráneo, para entender el enorme desarrollo que la producción intensiva bajo plástico ha tenido en todo el mundo, incluso en Europa. Ya compiten con Almería países como Holanda, Bélgica y el Reino Unido, según las fechas y el tipo de producto. Al mismo tiempo que la producción agrícola se ha diversificado y ha aumentado, el número de grandes compradores se ha reducido. Las grandes cadenas de distribución se han concentrado y son cada vez más poderosas, de modo que pueden decidir a su antojo las condiciones de calidad en la producción, las condiciones de compra y las de pago. Ante este desequilibrio de fuerzas sólo cabe desarrollar colectivamente una gran estrategia basada en la concentración de la oferta. Las comercializadoras almerienses deben unirse, de modo que los compradores tengan menos opciones de precio donde elegir. No hay nadie en el campo almeriense que niegue la conveniencia de la concentración de la oferta, pero poco o muy poco se ha logrado hasta la fecha para cumplir ese objetivo. Algunas excepciones son, en los últimos años, las absorciones que se han registrado entre empresas del sector de las alhóndigas, la creación de Murgiverde (como fusión de Agromurgi y Ejidoverde) o la puesta en marcha de un grupo comercial capitaneado por la empresa ejidense Agroiris.

 

Cambio de discurso político

Para romper con el tedio y con la pasividad, la Administración andaluza se ha visto obligada a realizar un importante cambio de discurso político. El actual consejero de Agricultura, el almeriense Martín Soler, dio un importante aviso a navegantes cuando hace unos meses anunció que no habría ayudas públicas para la creación de nuevas cooperativas de comercialización, pero sí para la concentración de la oferta. Era un cambio de discurso necesario y del que los agentes del sector agrícola han tomado buena nota, teniendo en cuenta que hace veinte años las ayudas se dieron para la creación de nuevas comercializadoras. Ahora, por las condiciones de mercado y el aumento de la competitividad, toca cambio de tercio y afortunadamente las primeras consecuencias ya se han producido. Han salido a la luz pública contactos y reuniones entre algunas importantes comercializadoras que planean trabajar conjuntamente, ya sea mediante fusiones o mediante la constitución de cooperativas de segundo grado. Afortunadamente, parece que se están dando los primeros pasos para que se creen grandes plataformas de comercialización que agrupen la oferta de diferentes comercializadoras bajo criterios únicos de calidad y precio. Hay que recibir con satisfacción estos primeros pasos, que están seguidos muy de cerca tanto por la Consejería de Agricultura como por la asociación de cooperativas Coexphal, conscientes ambos de la importancia estratégica de fortalecer la oferta hortofrutícola en origen frente a la entrada masiva en los mercados europeos de todo tipo de productos agrícolas a bajo precio. La suerte está echada, y en manos del sector y de las administraciones queda la responsabilidad de saber llevar a buen puerto un proceso de concentración de la oferta imprescindible para garantizar la continuidad del “milagro” almeriense.


 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Economía


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