Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa". 

La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.



Índice de esta sección

Perro come perro


  

José María Jiménez


Un plan muy poco serio


  

Javier Martínez de la Horra


La era de los grandes


  

Mari Carmen Cerezuela


La crisis que viene


  

Antonio Fernández


Los verdes billetes verdes


  

David Uclés Aguilera


El paraíso olvidado


  

Eduardo D. Vicente


Que las piedras dejen ver la montaña


  

Javier Martínez


La Universidad sosegada, más jefes que indios


  

Antonio J. Rojas Tejada


Contra las cuerdas


  

Inmaculada Ramos


Butacas para todos


  

Kartyon


La presión urbanística transforma el paisaje del Levante


  

Manuel León




Artículos de este autor

La Universidad sosegada, más jefes que indios


2008 | Crítica y Opinión



La Universidad sosegada, más jefes que indios


 

Dicen que han de pasar más de 100 días para poder hacer una primera valoración de cualquier equipo de gobierno que entra en una corporación. Pues bien, ya han pasado más de seis meses desde que el nuevo equipo rectoral ha entrado en el gobierno de la Universidad de Almería (UAL). Y entre las cosas que ha traído este rectorado, una buena es que la Universidad se ha apaciguado. No existe, o al menos de forma explícita, esa tensión anterior donde los vencidos en la campaña por el rectorado hacían de fuerte oposición, y, donde los vencedores hacían prevaler su condición triunfante. Esa tensión ha desaparecido. 

Ahora se percibe, un equipo que pretende colaborar al unísono, sin escisiones (bueno, que haya caído un vicerrector no quiere decir nada), con gran dedicación y motivación por trabajar y por afrontar los retos que se nos avecinan, como son las reformas de planes de estudios derivados de la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, la gestión eficaz de la transferencia del conocimiento y la tecnología donde se entiende que la Universidad debe prestar un servicio social, la preocupación por la calidad en todas las actividades desarrolladas en la Universidad, etc.  

En definitiva, este nuevo equipo rectoral me ha dejado perplejo con la situación de calma y concordia alcanzada. 

Nadie debe sospechar que pretendo achacar la razón de la paz universitaria que se respira en el campus, al funcionamiento, aunque suene a antiguo, del Aparato, concebido como el “conjunto de quienes dirigen una organización política”, como dicta su quinta acepción en nuestro Diccionario Real Academia Española de la Lengua. No sería yo tan osado para hacerlo, no me atrevería a decir nada sobre ello. 

Porque imagínense que es una organización política y su “aparato”, haciendo piña y eliminando desavenencias, la que hubiese desembarcado de pleno en nuestra querida Universidad. Implicaría que cualquier profesor perteneciente al aparato antepondría los fines de partido a su propio criterio y pensamiento personal. Y esto, evidentemente, en una institución plagada de librepensadores con iniciativa no puede ser. Ni una sola voz insolente ni disidente, ¡imposible! 

Además mermaría mucho la, tan enarbolada, autonomía universitaria, que como todo el mundo sabe, fue concebida para que las instituciones de educación superior tuviesen un respaldo jurídico (Constitucional) para poder ejercer con libertad el logro de su cometido educativo, con independencia de que cualquier poder ajeno a su ámbito pudiese someterlas. 

Si cualquier aparato político, bien sea de ámbito local, provincial, autonómico o nacional, hubiese cerrado filas y tomado la Universidad, la autonomía universitaria se vería en serio peligro. Y con ello, la garantía de ser centros de pensamiento libre, exentos de presiones o medidas que pudiesen alterar su objetivo formativo e investigador. Y, sobretodo, nos hubiésemos dado cuenta de ello. Es inverosímil que ocurra algo así en la UAL. Así que esto no debe ser la razón del apaciguamiento y, por tanto, no creo que el aparato, en su quinta acepción, tenga nada que ver. 

Tampoco creo que el motivo de la paz universitaria actual pueda estar en el incremento notable de cargos y en el reparto tan equilibrado conseguido entre vencedores y vencidos en anteriores elecciones al rectorado. Aunque hay quien dice que esto ha ayudado.

Por ejemplo, sabemos que, del total del profesorado con dedicación completa, en torno al 30% tiene un cargo. Y de ese 30%, sólo el 20% lo tiene por elección (democrática) y el 80% por libre designación (legítima, que conste). Es decir, alrededor de un 25% de los profesores con dedicación total a la Universidad tienen un cargo de libre designación. 

Otros ejemplos: los vicerrectorados pasan de ser siete con el anterior equipo rectoral, al actual de 10; los directores de secretariado pasan de ser de unos 18, con el anterior equipo, a unos 34 con el actual (no me hagan demasiado caso en las cifras, estas direcciones de secretariado pueden aparecer y desaparecer de la noche a la mañana, y, además, los que me conocen saben que yo no me llevo muy bien con los números). 

En fin, que ha habido un incremento de nombramientos en torno a un 30% (27% según mis malos cálculos) más que con el equipo rectoral anterior. Todo sea por una buena causa. Pero, lo curioso del tema, es que se ha aumentado el número de cargos sin incremento paralelo en el número de personal de administración y servicios que apoyen las tareas de gestión. En definitiva, tenemos una Universidad sosegada con más jefes que indios.

Pero a lo que vamos, no quiero extenderme en hablar de este tema, ya que creo que este asunto tampoco puede explicar la conciliación alcanzada en el campus.

Tampoco creo que la concordia se haya conseguido poniendo a nuevas personas, dirigentes nuevos, que aglutinen posiciones y posturas diferentes de entender la política universitaria. En el rectorado vuelvo a ver a muchas personas que son las que siempre estuvieron en puestos de responsabilidad. Eso sí, rotando en los cargos. 

La sensación de que van sucediéndose elecciones pero van quedando los mismos electos, ya casi profesionales del poder, queda patente. Aunque alguien me pueda decir que no son muchos, 14 años en esta Universidad pueden avalar lo que digo.

No me cabe duda de que la avenencia interna en la UAL ha venido de una autorreflexión. Todo el mundo en la UAL ha hecho un proceso de autoevaluación y ha decidido aportar su granito de arena para construir una Universidad de Calidad, como se dice ahora. Seguro, seguro, que a estas alturas del milenio, toda la comunidad universitaria ha entendido que en el contexto universitario en el que nos novemos, no ya en el ámbito autonómico o nacional, sino internacional, una Universidad pequeña como la nuestra sólo puede cumplir su función (¿competir?) y sobrevivir, si todos estamos unidos y en paz. Todos en el mismo barco. Suena bien, ¿verdad? Porque si no es esta la razón última de nuestro sosiego universitario, quizás tengamos que recurrir a algo o a todo lo anterior, ¿no? 

 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2008, en la sección Crítica y Opinión


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