Reseña Portada



Índice de esta sección

Historia de un rechazo


  

Lola López


Se busca parcela para el botellón


  

Mar Díez


La ciudad fantasma de El Toyo


  

Carmen Fenoy


Por un puñado de votos


  

Marta Soler


La Chanca rompe la frontera


  

Antonio Torres


Un culebrón de despropósitos


  

Chelo Rodríguez


Un camino de rosas y espinas


  

África Mateo


El efecto mariposa


  

Jesús Pozo


El baile político


  

Javier Romero


Enamorados del poder


  

Juan Teruel


La vida es una tómbola


  

José María Granados


Llamadas esotéricas a cargo de las arcas municipales


  

Paula Alonso




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Campaña 2011, pobre e insípida


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El baile político


Cuando suena la música de las elecciones municipales, los políticos enloquecen y saltan a la pista de baile. Pasodobles, cha-cha-chas y tikitakas. Hoy contigo, mañana contra ti. Hoy contra ti, mañana contigo. Todo vale con tal de seguir amarrado a unos sillones que parecen inmunes al agua caliente de la vergüenza y el decoro. “De aquí no me saca ni la Guardia Civil”, piensa más de uno. 

Así, a lo largo del pasado año 2006, preludio de este convulso año electoral, los almerienses hemos asistido al rítmico espectáculo de las avenencias y desavenencias de algunos concejales con sus partidos y su búsqueda de progreso personal y familiar en brazos de otras siglas. ¿Transfuguismo? No, por favor. Evolución política y responsabilidad ética, le llaman los tíos (y las tías) caraduras. Empezando por ese monumento al disparate político que es nuestra Diputación Provincial Tribanda (el único palacio del mundo, junto al de Oriente, gobernado por tres tíos) hemos asistido a espectáculos tan bochornosos como la irrupción de bandas de encapuchados en Las Tres Villas cambiando voluntades y votos porra en mano, como en los mejores tiempos. Moción de censura, firmada por el GIAL y el PP que, no llegó a plasmarse para romper el pacto de gobierno firmado que tenía el PSOE desde el inicio del mandato, dos años cada uno. El concejal de GIAL, Antonio Magaña, denunció ante la Benemérita que un grupo de vecinos del municipio le amenazaron. Al final todo quedó en un “cutrerío” con ruedas de prensa, denuncias, octavillas y mucho papel que todo lo sostiene. 

La fusión termonuclear de la oferta política en Mojácar (de momento ya van trece agrupaciones distintas para presentarse a las próximas elecciones) dinamitada por el goloso pastel del urbanismo playero que todavía puede construirse en el poco litoral del término municipal libre de cemento y hormigón. En este caso concreto, el baile de concejales ha resultado de lo más patético, con fidelidades rotas, pactos vulnerados y más cambios de chaqueta que la Pasarela Cibeles. Pero claro, mientras que los mojaqueros no se planten en la puerta del Ayuntamiento a sacar a gorrazos a tanto impresentable, los concejales seguirán haciendo de su capa no ya un sayo, sino todo un fondo de armario. 

Más ejemplos del baile 

Y es que ese es, al menos a mi juicio, el problema de toda esta situación: la permisividad social contra tanto sospechoso de casi cualquier cosa. Vean si no el ejemplo del alcalde de Carboneras, condenado por delito electoral y que ha aguantado clavando las uñas al cargo hasta que le ha convenido, para hacer como que se marcha, recibir (oye qué suerte) un indulto-express del Gobierno y anunciar (qué casualidad) que vuelve con más fuerza que nunca para presentarse a la reelección. Y seguramente habrá gente que le vote. ¿Creen que es un exceso lo que digo? Para excesos los del propio alcalde, que anunció haber reunido doce mil firmas de vecinos para pedir su indulto, a pesar de que Carboneras no tiene tantos habitantes. Ya ven que se trata de un ejemplo digno de estudiarse en las escuelas de ética política, si es que esta disciplina se puede impartir académicamente. 

Pero el baile de concejales se celebra en plazas repartidas por toda la provincia de Almería. En Níjar hay una concejala que ha pasado ya no se sabe por cuántos partidos, y con todos ha acabado como el rosario de la aurora. Su paso desequilibrante (no digo desequilibrado porque no soy médico, como ella) ha descabalgado equipos de Gobierno, supongo que en un ejercicio de responsabilidad política, y luego ella misma ha sido descabalgada por los mismos a los que ella apoyó. Si Roma no paga traidores, excuso decirles Níjar. 

Hoy te quiero, mañana te odio. Hoy te aborrezco, mañana te necesito. Y es que cuando la política municipal se convierte en trabalenguas, más vale que pasemos página o que hagamos un sudoku. Eso sí; como fórmula autopromocional habrá que felicitar a esta edil por su memorable numerito de encierro reivindicativo sin luz ni alimentos (pero sí con taquígrafos y fotógrafos) en el Ayuntamiento, al estilo de todos esos frikis que se meten una caja de cristal sin comer ni beber que salen en los telediarios. Al menos la cosa no llegó al extremo de la alcaldesa pedánea de una localidad costera del Poniente, que culminaba sus encierros con unos desmayos reivindicativos más próximos al viaje astral que a la bajada de azúcar. No es cuestión de extenderse mucho más, que uno ya ha cumplido con su conciencia y con la Asociación de la Prensa. En todo caso, no quiero terminar sin reiterar lo que, a mi juicio, constituye el factor desencadenante de toda esta pellejería política: la permisividad de la gente. Mientras los votantes no tomen en consideración todos estos choteos y sigan dando su voz y su voto a personajes de esta certidumbre moral y ética, habrá quienes sigan brincando con la música que más les convenga en cada momento, mientras a su alrededor, los panolis siguen haciendo palmas. Que siga el baile.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2007, en la sección Almería y provincia


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