La portada es una reproducción de la imagen plasmada en una chapa que editó la Asociación de Periodistas de Almería y en la que se podían leer los hastags utilizados a través de Twitter por los periodistas para reivindicar la profesión y denunciar algunas de las situaciones que se estaban produciendo durante el año. Dicha chapa la vestimos muchos periodistas en todas las manifestaciones, que fueron muchas, y que tuvieron lugar durante los dos años de los que trata el Anuario de 2013.
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Un mar de letras
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Un mar de letras
Las letras almerienses viven un buen momento a pesar de las tormentas de distinto calado que azotan el panorama cultural. A un grupo de autores cuyas obras han encontrado proyección fuera de la provincia hay que sumar la gran labor de editoriales pequeñas que siguen apostando por el valor propio del libro como objeto. En los últimos años también se ha quintuplicado los títulos publicados en Almería aunque estas cifras, positivas a priori, generen algunas dudas razonables entre los libreros y los propios editores.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística publicados en un artículo de ‘La Voz de Almería’ en abril de 2011, durante el año anterior se editaron 752 títulos en la provincia, casi un sesenta por ciento más respecto al anterior dato y cinco veces más que en el año 2006, cuando se editaron 129 libros.
La cifra descendía algo en 2012, situándose en los 659 títulos publicados según la Estadística de Producción Editorial de Andalucía dada a conocer por el Instituto de Estadística y Cartografía de la comunidad.
Ahora bien, ¿puede el mercado absorber tanta producción, sobre todo cuando la mayoría de estas publicaciones tienen un carácter provincial y cuando los títulos de las grandes editoriales copan gran parte del espacio de las librerías?
Manuel García Iborra, de la librería Sintagma de El Ejido, ya señalaba en el citado artículo que apenas un centenar de estos volúmenes acaban teniendo difusión comercial, mientras que el resto terminan encontrando salida a través de ayuntamientos y otras administraciones. “Habría que plantearse que un libro nace para ser leído y muchos no tienen este objetivo, por lo que podrían hacerse menos ediciones aunque con mejores promociones”, expresaba.
En esa línea iban también las palabras de Juan Grima, de Arráez, una de las más veteranas editoriales de la provincia. “Almería puede aceptar cien o ciento cincuenta títulos diferentes, pero no más. El resto son ediciones institucionales que no llegan al público”, decía.
Entonces, si no hay lectores para tantos libros, ¿de dónde viene este incremento en la producción editorial almeriense? Una de las claves está en el éxito de la autoedición, donde la empresa ejidense Círculo Rojo se ha convertido en un referente nacional.
La autoedición permite al autor pagar de su bolsillo tiradas pequeñas, incluso de decenas de ejemplares. Además, controlan todo el proceso creativo y encuentran una garantía de que sus obras se pondrán en circulación a través de los canales adecuados.
“Nuestra media de ejemplares por tirada está entre los trescientos y los quinientos, mientras que editoriales como las de la Universidad de Almería o el Instituto de Estudios Almerienses sacan al mercado miles de ejemplares”, afirmaba Alberto Cerezuela, escritor y editor de Círculo Rojo, para quien el éxito de la fórmula radica asimismo en los menores costes de la impresión digital respecto a la tradicional. “El proceso es mucho más barato y se pueden hacer ediciones de unas pocas decenas de ejemplares. De esta manera, el escritor puede comprobar cómo es recibido en el mercado y hacer una segunda tirada si la respuesta es positiva”. De hecho, algunos autores han firmado con editoriales de mayor recorrido tras darse a conocer con la autoedición.
Con nombre propio
En los dos últimos años han sido varios los escritores almerienses que no sólo han sido profetas en su tierra --sus obras han permanecido durante varios meses en la lista de los títulos más vendidos que elabora cada semana el Gremio de Libreros de Almería-- sino que han traspasado los límites de la provincia con una clara apuesta por la literatura de género, en muchas ocasiones en editoriales de gran relevancia. Ese ha sido el caso de Bruno Nievas, que cosechó una notable repercusión en Internet ofreciendo gratis su primera novela, ‘Realidad aumentada’, después editada en papel por Ediciones B, también responsable de publicar su segundo título, ‘Holocausto Manhattan’. O el de Javier Rovira, cuyo debut literario, la novela negra ‘Sesión privada’, llegó al público de la mano de la editorial Temas de Hoy, del grupo Planeta.
También han recibido el calor de los lectores y de la crítica Mar de los Ríos --una de las diez finalistas en la última edición del premio Fernando Lara-- y su ‘Tren de lejanías’, editada en Arcopress, sello de Almuzara; Pedro Asensio con ‘Usura’, un thriller policiaco, con el trasfondo de la crisis económica, íntegramente ambientado en Almería, publicado por la editorial catalana Alrevés; y ‘La canción de Brenda Lee’, de Miguel Ángel Muñoz, segunda novela de uno de los maestros del relato corto que llegó a las librerías de la mano de los palentinos Menoscuarto.
Estos tres títulos fueron elegidos como los mejores títulos almerienses de 2012 por el Gremio de Libreros de Almería.
Pequeños pero grandes
Y en el cada vez más presente debate entre el futuro del papel en los tiempos del digital, dos editoriales almerienses continúan navegando en un mar de letras y luchando contra los molinos de viento de lo comercial en una romántica defensa del libro como pieza de arte: El Gaviero y Editorial Confluencias.
Las últimas apuestas de El Gaviero han sido ‘Mi padre y yo. Un western’, del almeriense Juan Manuel Gil; ‘El sueño de Visnu’, del mexicano David Meza; y ‘Sobras’, de la vitoriana Maite Dono.
Por su parte, Confluencias tienen en la colección dedicada a los cuadernos de viaje del turinés Stefano Faravelli su principal activo. También han editado en España ‘Diarios sobre Dora Carrington’ de Gerald Brennan, ‘El deseo de ser inútil’, libro de memorias de Hugo Pratt, creador del héroe de cómic Corto Maltés, o ‘Mi Dante’, de Roberto Benigni.
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