Frente al ordenador. 

Así es como nos encontramos a diario los profesionales de medios de comunicación. Tenemos que escribir para locutar, subir a la web o llevar a imprenta aquello que los espectadores o lectores encontrarán en televisión, radio, periódicos e Internet. 

Un proceso que, cada vez, es menos sencillo. Durante ese período de tiempo se reciben llamadas, visitas a la mesa de personas de ‘rango’ superior que tratan intervenir en nuestro trabajo, etc. El periodista quisiera, entonces, encontrarse en una burbuja, mantenerse aislado y no sufrir interferencias que mermen la finalidad y objetivo que se persigue: informar, y bien. 

Aunque encontremos esos factores externos que tratan de interponerse entre el profesional y su ordenador, debemos obviarlos, espantarlos como si de una mosca que no para de molestar se tratase y continuar con nuestro cometido. Volver al origen de este trabajo y reducir todo aquello que disminuya la fuerza del mensaje entre el emisor y el receptor. 

Escribir, leer, volver a escribir, releer y dar por concluido nuestro texto cuando sólo nosotros estemos seguros de ello, con responsabilidad y profesionalidad. De eso sólo sabemos los periodistas.




Índice de esta sección

Y Pandora abrió su caja


  

Tito Sánchez Núñez


Un tirachinas contra 19 tanques


  

Pablo Laynez Rodríguez


Una tarta con 20 velas y 21 celebraciones


  

Juanjo Aguilera


El milagro del baloncesto lo disfruta la comarca del mármol


  

Juan Andrés Heredia


La sonrisa de un Campeón del Mundo


  

Azahara Rodríguez


Pasión por la Roja


  

Juanjo García




Artículos de este autor

Un año en el cielo; un año en el infierno


2009 | Deportes



Un tirachinas contra 19 tanques


2011 | Deportes



Un tirachinas contra 19 tanques


La Unión Deportiva Almería hace bueno el dicho de pobre, pero honrado. En las dos últimas temporadas, cuando la crisis ya ha comenzado a notarse con fuerza en el mundo del fútbol, el presidente Alfonso García decidió atarse los machos para evitar que lo ganado en el terreno deportivo se desmoronase en el económico. Así, con un presupuesto muy austero [de hecho, esta temporada es el segundo más bajo sólo por encima del Levante], los almerienses son un tirachinas que tratan de plantarle cara a los tanques que conforman la Primera División. Las fortunas de los grandes [Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid...] y de los que tienen peligrosos delirios de grandeza que suelen acabar en bancarrotas [Málaga o Hércules], son un hábitat al que la Unión quiere adaptarse con poco dinero, pero mucho trabajo, sacrificio, entrega y voluntad, condiciones indispensables con las que se consiguió el histórico ascenso hace cuatro temporadas y que han sido el calvo de cultivo los años siguientes para lograr mantenerse entre los veinte mejores equipos de España.
 
2010 fue un año muy irregular para el Almería: buen comienzo y mal final. Dos entrenadores y una forma muy distinta de ver el fútbol. La intención de luchar por Europa y la cruda realidad de verse peleando por la permanencia, con más problemas que nunca. El pasado año comenzó con la llegada de Juanma Lillo al banquillo del Mediterráneo tras la decisión de Alfonso García de cesar a Hugo Sánchez, puesto que el mexicano tenía al equipo a un punto del descenso, puestos a los que nunca había caído el conjunto por aquellos entonces. Esta temporada sería otro cantar. El tolosarra, un técnico muy bien considerado por los medios de comunicación nacionales, aunque quizás un tanto devaluado por tener un currículum lleno de descensos, se amoldó al proyecto y a los jugadores, lo que provocó que el Almería comenzara a reflotar. Le ganó al Xerez y empató con el Villarreal en sus dos primeros partidos, lo que subió la moral de la tropa y reavivó a una afición bastante desconfiada en un momento, puesto que tenían la visión de un Lillo con ataques del clásico entrenador que se cree que ha inventado el fútbol, algo que terminó por costarle el puesto en noviembre.
 
Sin embargo, en la temporada pasada el Juanma Lillo rojiblanco era otro. Se ganó la confianza del vestuario, al que trató con carácter paternal y psicológico, y el Almería cosechó muy buenos resultados: 2-2 ante el Barcelona, 1-0 frente al Atlético de Madrid, 0-2 en Santander... hasta que con la victoria por 4-2 en el Mediterráneo, los rojiblancos certificaron su permanencia por tercer año consecutivo en Primera División. Así, con diez victorias, doce empates y dieciséis derrotas, o lo que es lo mismo, 42 puntos, los rojiblancos acabaron en decimotercera posición en el mes de mayo antes de un verano que iba a ser histórico para el fútbol español.
 
Y es que la Selección Española alcanzó la cima del balompié mundial un domingo 11 de julio allá en la lejana Sudáfrica, gracias a un grupo de humildes pero magníficos jugadores, que hicieron de este deporte un arte. En ese mismo Campeonato del Mundo, el Almería estuvo representado por Kalu Uche, futbolista nigeriano que fue de lo más destacado de su selección y que deja bien a las claras la importancia de que el equipo se mantenga en Primera División para que el nombre de la ciudad llegue a todos lados.
 
Ya a finales de julio, hubo que ponerse de nuevo manos a la obra para afrontar la cuarta temporada en Primera. Alfonso García decidió arriesgar y se desprendió de jugadores que habían sido importantes para el ascenso y la consolidación de la categoría. A cambio, se hizo con los servicios de futbolistas poco conocidos, con ganas de demostrar su valía en la Liga Española y de salarios acordes a la economía del club. Juanma Lillo, que se había ganado por méritos propios la renovación, la consiguió aunque sus peticiones en cuanto a los fichajes se refieren no se vieron cubiertas.
 
Sin embargo, el nuevo técnico decidió cambiar su filosofía. En vez de adaptarse él a la plantilla, quiso imponer un estilo de juego imposible para un club humilde. Los resultados comenzaron a no llegar y por primera vez en cuatro años, el Almería se metió en unos puestos de descenso que está merodeando con mucho peligro desde que comenzó la presente temporada. El presidente, viendo que el barco se hundía, decidió cambiar de capitán y le dio los galones a José Luis Oltra, un hombre de club que, con una plantilla descompensada y maltrecha anímicamente, está tratando de apagar con un único extintor un edificio que está totalmente en llamas. Por primera vez desde el ascenso, el Almería está contra la espalda y la pared. La Primera División costó mucho como para racanear en medios a la hora de luchar por ella.
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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2011, en la sección Deportes
Palabras clave de este artículo: Almería  |  fútbol  |  entrenador  |  primera división


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