Miércoles 24 Abril 2024

La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

Viaje por las sensaciones


  

María Ángeles Camacho


El rubio volador (Perfil de Diego Capel)


  

Ángel Acién


Un año en el cielo; un año en el infierno


  

Pablo Laynez Rodríguez


Tres hombres y un banquillo


  

Javier Gómez Granados




Artículos de este autor

Un año en el cielo; un año en el infierno


2009 | Deportes



Un tirachinas contra 19 tanques


2011 | Deportes



Un año en el cielo; un año en el infierno


Después de muchas temporadas separados por varias categorías, Poli Ejido y Roquetas han vuelto a coincidir. Lo hacen en el grupo IV de Segunda B, con objetivos bien distintos: mientras que los ejidenses esperan que su paso sea efímero y vuelvan a ascender a la categoría de plata, los roqueteros buscan consolidarse entre los ciento veinte mejores equipos de España. De momento, todo marcha según lo previsto, pero la Liga es larga. Es una carrera de fondo en la que no se puede flaquear en ningún momento, porque las ilusiones podrían irse al traste en cualquier momento.

Para llegar a esta situación, el 2008 fue un año de tremendas decepciones y alegrías en el Poniente almeriense. En El Ejido se consumó un descenso que está provocando ese año en el infierno que nadie quería vivir, antítesis del cielo que alcanzó el Roquetas el pasado mes de junio, cuando se consiguió por primera vez en la historia el ascenso de este equipo a Segunda División B. Lágrimas de tristeza y de felicidad se entremezclaron en poblaciones apenas separadas por veinte kilómetros, que el fútbol ha unido en la presente temporada. La buena marcha de ambas escuadras indica que la alegría va a ser la nota común al final de esta campaña 2008-09 en Santo Domingo y en el Antonio Peroles. De todas maneras, y aunque eso está ahora mismo en las manos de los jugadores, toquemos madera.

A finales de mayo del pasado año, El Ejido vivió uno de los momentos más malos de su intensa historia deportiva. Tras siete años en Segunda División A, el Poli Ejido tuvo que decirle hasta luego a una categoría que se consiguió de manera épica en Calahorra. Una mala planificación, jugadores que no dieron la talla, dos entrenadores que no fueron capaces de enderezar el rumbo de un equipo hecho con la intención de estar entre los mejores. El fútbol, por raro que parezca, es una ciencia infusa en la que siempre sorprenden los resultados.

Tenía potencial de sobra el equipo celeste para no haber sufrido el descenso de categoría, sin embargo, cuando las cosas comienzan mal, mal acaban. Ni Luis César Sampedro ni Castro Santos dieron con la solución y, poco a poco, las esperanzas se fueron sepultando. Hasta el final de temporada hubo opciones de salvarse, nadie tiró la toalla. Sin embargo, muchas veces más vale dar un paso atrás para después dar dos hacia delante. Ahora, con Lucas Cazorla en el banquillo, el Poli Ejido lleva toda la campaña entre los cuatro primeros clasificados [los puestos que dan derecho a jugar la fase de ascenso a Segunda A], y la ilusión se ha apoderado de nuevo de Santo Domingo. Con un equipo formado por jugadores jóvenes, más alguna pincelada de veteranía, todo parece dispuesto para que en 2009 se intente dar de nuevo el salto hacia la categoría perdida.

Por el contrario, el 2008 fue el año más importante para Roquetas de Mar en lo que a balompié se merece. Después de muchos intentos, y de rozar el ascenso en ocasiones anteriores, a la tercera fue la vencida y el equipo rojillo se coló en el grupo IV de la Segunda División B. El Roquetas formó un equipo de jugadores humildes, perfectamente capitaneados por el almeriense Esteban y el asturiano José Manuel en el centro del campo. Con un entrenador metódico, serio, amable y, sobre todo, perfectamente conocedor del fútbol de categoría inferior como es Gabriel Ramón Florit, los roqueteros se colocaron líderes de Tercera División tras vencer de manera consecutiva los primeros partidos y, poco a poco, fueron creyéndose que era posible conseguir el ascenso.

Además, a esto hay que unirle la ilusión de un pueblo y el apoyo de muchos aficionados de Almería capital, que se desplazaron hasta el Antonio Peroles para hacer fuerza común y que el Roquetas conociese las mieles de la victoria en la promoción. En la primera eliminatoria hubo que enfrentarse con el Catarroja valenciano. El encuentro de ida en el campo Mundial 82 fue bastante malo y los albiazules cogieron una ventaja de 2-0. Sin embargo, en la vuelta los almerienses sacaron su espíritu, igualaron la renta y derrotaron en la tanda de penaltis a su final. Sólo faltaba un escollo para hacer el sueño realidad: Teruel.

Roquetas se iba a enfrentar deportivamente a una de las pocas capitales de provincia españolas que no tienen equipo de fútbol en categoría nacional. En La Pinilla el equipo de Ramón Florit desplegó su mejor juego y se trajo un resultado magnífico: 1-2. En la vuelta, en un Peroles abarrotado como nunca hasta ese momento, los turolenses dieron el susto al adelantarse en el marcador. Los nervios se apoderaron del equipo, hasta que mediada la segunda parte el mojonero Esteban hizo el tanto del definitivo 1-1 que le daba el ascenso a la categoría de bronce a los rojillos. A partir de ahí, cánticos y festejos se apoderaron de un pueblo, que llevaba mucho tiempo esperando ese momento. Meses después, ese optimismo del que se contagió la gente, ha provocado que el Roquetas esté haciendo una campaña muy digna en Segunda B. La permanencia en la categoría, todo un éxito a priori, está cerca de conseguirse.

 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Deportes


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