Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa". 

La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.

Siete kilos y medio de goma dos hacían pasar a la historia los 40 metros de altura de la residencia de ancianos de El Zapillo. Una voladura controlada ponía fin en pocos segundos a un titán de cemento en primera línea de mar. Caso paradójico si se tiene en cuenta que a pocos metros de allí se levantan varias torres en los antiguos terrenos de la Térmica. El último tramo del magnífico bulevar de Vícar, el de mayor inversión, comenzaba a funcionar.  El mal estado de los cementerios se volvía a poner en evidencia tras la suspensión de un entierro en Cuevas de los Medina por falta de nichos. La presión vecinal consiguió arrancar al Ayuntamiento el compromiso de la construcción de doce nichos coincidiendo con año electoral. El Acebuche tampoco se libraba de la falta de espacio. La dirección de la cárcel reconocía la masificación del centro, con 900 presos compartiendo espacio mientras que 15 etarras disfrutan de 2.500 metros cuadrados para ellos solos. El picudo rojo seguía cebandose con las palmeras devorando casi 700, la mayoría en la capital. Lo más denigrante de la condición humana lo mostraba un conductor de Surbus que dejó abandonado a su suerte a un menor que no podía pagar el billete de vuelta tras pasarse su parada por quedarse dormido. El músico Robert Fripp regalaba una noche para el recuerdo con su elenco de guitarristas habilidosos.