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El largo camino del ascenso

JAVIER GÓMEZ
@jgomezgranados

Y entonces, ocurrió. Los jugadores y su técnico apretaron los dientes y consiguieron una racha de juego y resultados magnífica, la mejor de la temporada, justo a tiempo, ante rivales durísimos. Cinco victorias seguidas.

El 22 de junio de 2013 ya forma parte de la memoria del fútbol almeriense, del recuerdo de los momentos más felices de toda la historia de nuestro balompié. Ese día se vivió el tercer ascenso de un club de Almería a primera división. En 1979 fue la AD Almería la que abrió un camino que no tuvo continuidad y supuso solo un sorbo de gloria en una larga historia de sinsabores. Veintiocho años después, el 19 de mayo de 2007 y aún con cuatro jornadas por disputar, fue el turno de la UD Almería que, esta vez sobre bases más sólidas, consiguió alcanzar el peldaño más alto del fútbol español en el que estuvo, con más éxito que sufrimiento, durante cuatro campañas. En 2011 volvió a segunda pero los cimientos establecidos por el presidente Alfonso García, aún con mucho por hacer para alcanzar el nivel de un club realmente profesional, sí fueron suficientes para sostener su proyecto personal y una ilusión colectiva. Con el objetivo de retornar cuanto antes con los mejores, solo necesitó dos intentos, dos temporadas, para convertirse en una figura de referencia en la intrahistoria deportiva almeriense.

El tercer ascenso, segundo con la denominación UD Almería, supuso la consolidación de una idea de club serio y con credibilidad. No fue tanto un premio a la ilusión fugaz, como ocurrió en 1979, como al trabajo bien hecho y a un diseño precario pero sólido. Con pocos recursos y una buena dosis de atrevimiento del presidente García, la entidad rojiblanca consiguió alcanzar una posición dentro del fútbol profesional que le ha generado notoriedad y reconocimiento escribiendo, al tiempo y sin ningún género de dudas, la página más exitosa y duradera de la historia del deporte en Almería.

Luces y sombras    
El ascenso a primera tuvo, sin embargo, un camino tortuoso y lleno de dudas, miedos e incertidumbre, a diferencia del conseguido en 2007 con alfombra roja y halagos de principio a fin. Con un técnico joven y sin mucha experiencia, Javi Gracia, la plantilla diseñada para estar entre los tres elegidos parecía más que suficiente. Con una delantera de mejor calidad que, incluso, algunos equipos de superior categoría, con Charles y Ulloa como estrellas, además de la seguridad de Esteban en la portería y la veteranía de Corona y Soriano, junto a la electricidad generada por Aleix Vidal, el camino parecía lleno de luces hasta el éxito final.

Sin embargo, la marcha de un inconformista Ulloa al Brighton inglés, el desencuentro con un futbolista de alto nivel como fue Javi Casquero, que también se bajó del tren en marcha, como Aaron, provocaron cierta desestabilización que el equipo notó con malos partidos. No fue regular el juego de los rojiblancos como tampoco sus resultados. Rachas esperanzadoras con otras descorazonadoras llevaron a un equipo, que casi hizo propia la segunda posición durante la mayor parte del campeonato, a ver peligrar incluso jugar por los puestos de promoción, muy cerca ya del final. Así, en la jornada treinta y seis, la derrota en la Nueva Condomina (1-0) ante un Real Murcia que acabaría descendiendo, puso al Almería contra las cuerdas y a la Ponferradina, séptimo clasificado y fuera de la zona de promoción, a solo tres puntos de distancia. La irregularidad de los almerienses le había hecho entrar en barrena en el último tramo de competición y con solo seis jornadas por delante el sueño del ascenso empezaba a convertirse en pesadilla. Y entonces, ocurrió. Los jugadores y su técnico apretaron los dientes y consiguieron una racha de juego y resultados magnífica, la mejor de la temporada, justo a tiempo, ante rivales durísimos. Cinco victorias seguidas: Racing (2-1), Lugo (3-5), Elche (2-1), Alcorcón (0-3) y Girona (2-1), con siete goles de Charles, llevaron al Almería a jugar por el ascenso directo en el último partido de liga, en el escenario más difícil, El Madrigal, frente al poderoso Villarreal. Los rojiblancos estuvieron a la altura del momento pero un solitario gol de Pereira dejó sin premio a los jugadores y a los más de dos mil aficionados que acompañaron hasta Castellón al equipo.

En muy pocos días los de Javi Gracia tuvieron que rehacerse de tanto esfuerzo y de la frustración de ver cómo dos rivales, Elche y sobre todo Villarreal, celebraban sus ascensos en presencia de los almerienses. El nuevo objetivo consistía en resolver dos eliminatorias, una ante la UD Las Palmas, con emoción y drama a raudales, y otra frente al Girona, muy buen equipo en aquella campaña que, sin embargo, no opuso resistencia en el momento definitivo. En ambos duelos a doble partido Esteban brilló de forma especial, lo que le valió ser nombrado el mejor portero de la liga de ese año y Charles sumó cinco goles más para superar la treintena en una temporada larga, irregular, extraña e inolvidable.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2014, en la sección Deportes


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