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¿Y qué haces aquí?


2014 | Sociedad



¿Y qué haces aquí?

RAÚL PIÑEIRO
@raulicoblantons

La crisis económica y la falta de oportunidades empujan cada año a miles de españoles a huir al extranjero en busca de trabajo, y Almería está a la cabeza de las ciudades que más mano de obra exporta. Estos ‘exiliados’ almerienses hacen una importante labor de promoción de su tierra, invitando a cada vez más gente a visitar nuestra provincia.

El acento nos delata. No tenemos que hablar demasiado para que enseguida reconozcan nuestra procedencia española y, por costumbre, la gente quiere saber de qué parte de España somos. Para nosotros es la excusa perfecta para que se nos llene la boca hablando de Almería. “Soy de Almería, una pequeña ciudad del sureste de España, cerca de Granada, Málaga… Tenemos unas playas casi vírgenes, espectaculares, pero también tenemos montaña, desierto, y es la ciudad de Europa con más horas de sol al año”. Y es aquí cuando viene la pregunta inevitable y que tanto nos irrita a cada vez más almerienses: “So what are you doing here?”. ¿Y qué haces aquí? Nos irrita porque la tierra tira mucho y nos gustaría volver a ella, máxime cuando vivimos en lugares tan distintos por tamaño, cultura o clima a Almería.

La realidad económica y social de nuestro país empuja cada vez más a jóvenes a la aventura fuera de nuestras fronteras. Y Almería no es ajena a este movimiento. El éxodo de almerienses es constante desde hace años, hasta el punto de que nuestra provincia, que no hace tanto llegó a tener unos índices de desempleo muy bajos, es la que más mano de obra exporta al extranjero. Según datos oficiales son unos 1.500 almerienses, aunque la impresión generalizada es que son muchos más, ya que no todos los que salen se registran en los consulados españoles de los países a los que se mudan. Londres y Reino Unido son los destinos más socorridos, aunque no es raro encontrarse almerienses en Alemania, Bélgica, Francia, los países escandinavos, Sudamérica e incluso Asia. También tenemos vecinos repartidos por media España.

Pero la distancia no es el olvido. Los almerienses somos muy dados a quejarnos de todo y a criticar lo nuestro entre nosotros, pero no dudamos en alardear ante gente de fuera de las muchísimas virtudes que sin duda tiene nuestra tierra. Hablamos del inmejorable clima, de la belleza de nuestras playas, de la indudable calidad de vida que se disfruta en Almería, con nuestras tostadas y nuestras tapas. Presumimos de todo, de ser la incuestionable tierra del cine donde se rodó la excepcional trilogía del dólar de Sergio Leone y Clint Eastwood. Una provincia que recibe la visita de grandes personalidades, como los Reyes de España, y de cada vez más gente famosa que encuentra en nuestra tierra la tranquilidad y la calidad que no pueden disfrutar en la Costa del Sol o en las islas baleares.

Porque parece que Almería está ahora de moda y seguramente es por la labor de los exiliados almerienses. De ahí surgió lo de Embajadores de Almería, una iniciativa bastante acertada del Patronato de Turismo de la Diputación de Almería lanzada en FITUR, aunque no acabara de desarrollarla y aprovecharla como es debido. El punto de partida es muy bueno: los almerienses que andamos desperdigados por el Mundo hacemos una gran labor a la hora de vender las gentilezas de nuestra tierra. Un buen ejemplo es, sin ir más lejos, el cantante David Bisbal, que fue la imagen publicitaria, aunque luego la campaña no se explotó de forma correcta, al ser muy superficial, quedándose en una buena idea que pudo haber sido mucho más de lo que llegó a ser, a poco que la institución almeriense se hubiera esmerado algo.

Porque yo fui uno de los 200 almerienses que disfrutó del monólogo del genial Pepe Céspedes a la ribera del Támesis junto al Puente de la Torre de Londres. El acto no pudo ser más simple. Se repartieron camisetas con “Embajadores de Almería” inscrito en el pecho, y el monologuista almeriense dio un espectáculo de una hora en un escenario pequeño junto a un cartel de Turismo de Almería. Nada más. No se hizo un esfuerzo en convocar a gente de fuera de Almería. No hubo un stand de turismo de Almería, ni un puesto con productos típicos de la tierra, ni siquiera una pequeña degustación de nuestras tapas… Absolutamente nada. Ese acto y la visita al Embajador de España en Londres por parte de los ganadores del concurso de FITUR suponían el colofón a la campaña, y yo pienso que no supusieron ninguna diferencia. Es decir, creo que con o sin esos dos actos, el número de visitantes a nuestra tierra iba a ser el mismo. No les negaré que los que allí nos dimos cita pasamos una mañana agradable y especial. No todos los días se tiene la oportunidad de ver a Pepe Céspedes gratis y menos en el extranjero. Pero creo que los almerienses exiliados no necesitamos que nos recuerden lo hermosa que es nuestra tierra. Todo lo contrario, lo tenemos muy presente en nuestro día a día. El Patronato de Turismo debería esforzarse en captar a gente de fuera de nuestra tierra, en potenciar el turismo en nuestra provincia, ahora que parece estar tan de moda y, de este modo, levantar nuestra maltrecha economía.

Entretanto, los almerienses emigrantes sobreviven lejos de su tierra. Es un tipo de emigración muy distinto al de los años 60 o 70. Almería exporta gente con formación universitaria, con una preparación mayor y de mejor calidad que la que tienen licenciados de otros países, pero con el hándicap del idioma. Lo habitual es empezar trabajando en el sector servicios, en lo que nadie quiere trabajar. Friegaplatos, limpiador, repartidor… Sueldos pocos remunerados con los que sobrevivir. Con el paso de los meses, y con una fluidez en el idioma de turno, no es extraño que las condiciones laborales mejoren y que incluso se comience a trabajar en el área de especialización deseada y, a partir de ahí, hacer carrera en unos mercados laborales más versátiles y con muchas más oportunidades que el español.

Sin embargo, sea cual sea el salario (en muchos casos mucho mejor que en España) y sea cual sea la situación laboral, el almeriense, por norma general, sueña con el día de volver a casa. Cuenta los días cuando se acercan las vacaciones de Navidad o de verano, y ansía la hora de poder recoger todos sus bártulos y volver a su tierra al calor de su familia y de sus amigos, crisis mediante.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2014, en la sección Sociedad


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