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El periodismo en los tiempos de la precariedad

ANA ALMANSA
@Ana_Almansa

Cuando las condiciones laborales en medios de comunicación son cada vez peores, los gabinetes de comunicación se han convertido en un yacimiento laboral para los periodistas. Por eso, muchos periodistas han pasado a ejercer como relaciones públicas en gabinetes de comunicación.

Según todos los estudios que existen en España sobre gabinetes de comunicación, la mayoría de los profesionales que en ellos trabajan son periodistas. Es un sector en el que continúa existiendo un gran intrusismo, personas sin formación ni experiencia en comunicación que ocupan estos puestos de trabajo, pero en el que trabajan periodistas, relaciones públicas y comunicadores en general. Esta tendencia no es exclusiva de España, sino que estudios realizados en Europa y América Latina arrojan similares resultados: en la mayoría de los países los gabinetes de comunicación están integrados especialmente por periodistas. No nos debe extrañar ya que en EE.UU, ya en el siglo XIX había periodistas que empezaron a trabajar como relaciones públicas.

En España, estos resultados tienen mucho que ver con la crisis que viene sufriendo la profesión periodística, mucho antes de la actual crisis económica. Durante la última década del pasado siglo y durante la primera de este siglo XXI, la profesión periodística está atravesando una dura situación, en la que cada vez hay más puestos de trabajo en condiciones precarias y cada vez se manda a más periodistas al paro. Con este panorama, pilares básicos de la profesión como el ejercicio ético, han pasado desgraciadamente, a un segundo plano. ¿Quién se va a negar a realizar alguna gestión considerada por sí mismo poco ética si tiene una situación laboral precaria y puede verse en la calle? ¿Quién va a reivindicar o censurar determinada actuación poco profesional si su situación laboral es de absoluta precariedad?

Esta crisis del periodismo ha venido a coincidir en el tiempo con el desarrollo en España de la comunicación organizacional y la consecuente proliferación de gabinetes de comunicación. En este sentido, en España en general y en Almería en particular, en las últimas décadas se han generalizado los gabinetes de comunicación. Desde hace unos años, todas las grandes empresas, las instituciones públicas y la mayoría de las organizaciones, han creado departamentos de comunicación que satisfagan sus necesidades comunicativas; además de crearse consultoras de comunicación o empresas que ofrecen servicios de comunicación a quienes les contraten. El crecimiento fue espectacular a comienzos del siglo XXI, pero incluso en los peores momentos de la crisis económica se han creado puestos de trabajo en los gabinetes de comunicación (también se han eliminado plazas y se han exteriorizado servicios), pero parece que los líderes de la mayoría de las organizaciones han entendido que la comunicación es necesaria, especialmente en momentos de crisis.

En la misma línea de crecimiento, en el ámbito de los gabinetes de comunicación, han surgido nuevas oportunidades y nuevos perfiles profesionales, como es el caso del community manager o gestor de redes sociales. En la actualidad, la mayoría de las organizaciones cuenta con perfiles en redes sociales que, en principio, deberían ser gestionados por un profesional de la comunicación. En la misma línea podríamos mencionar al personal branding o gestor de imagen personal, profesión emergente en la actualidad y estrechamente vinculada con la gestión de la comunicación y la imagen.

Parece claro que, cuando las condiciones laborales en medios de comunicación son cada vez peores, los gabinetes de comunicación se han convertido en un yacimiento laboral para los periodistas. Por eso, muchos periodistas has pasado a ejercer como relaciones públicas en gabinetes de comunicación.
Periodismo y relaciones públicas son dos disciplinas de la comunicación que tienen mucho que ver la una con la otra. Aunque en España tradicionalmente los estudios de relaciones públicas han estados asociados a la publicidad, el ejercicio profesional de relaciones públicas tiene mucho que ver con el ejercicio de profesional del periodismo. Y, además, ambos profesionales se necesitan y se complementan. El periodista necesita al relaciones públicas como fuente informativa y el relaciones públicas necesita al periodista para hacer llegar a la ciudadanía determinada información.

Es decir, a pesar de las disputas que puedan existir entre quienes ejercen como relaciones públicas o quienes ejercen como periodistas, no debe resultarnos extraño encontrar a periodistas trabajando en gabinetes de comunicación. Esas disputas son habituales, pero no deseo entrar aquí en manidos debates de si los unos son la voz de su amo y sobre quién defiende qué intereses… no es el tema que nos ocupa.

En lo que sí que me gustaría entrar es en la satisfacción de los profesionales de la comunicación, ya trabajen en medios de comunicación o en gabinetes de comunicación. ¿Qué rutinas son las que se han asentado? ¿Les gusta a los profesionales de la comunicación trabajar en estas condiciones? ¿Están satisfechos o satisfechas con su trabajo? Cuando existen condiciones puramente laborales (precariedad) que preocupan, nadie se pregunta por el grado de realización y de satisfacción de los comunicadores. Parece que no importa demasiado qué opina el periodista de su propia actividad. Interesa lo que opinan los periodistas de otras actividades (por ejemplo, las políticas), pero parece que no pueden opinar sobre ellos mismos. El periodismo es una profesión de raza, vocacional en la mayoría de los casos. Además, es una profesión que, socialmente, está estereotipada y se desconoce realmente qué es lo que está pasando en el seno de una redacción. Mientras los periodistas se hacen eco continuamente de conflictos laborales en otros ámbitos, rara vez se ocupan de los problemas que tiene la profesión periodística. ¿Por qué no se escucha más lo que vive y siente el periodista en la actualidad?

Por eso, sería muy interesante realizar en Almería un estudio en esta línea y conocer el grado de satisfacción o de insatisfacción. Porque todos podemos intuir que las precarias condiciones laborales y las, casi siempre, férreas rutinas productivas repercuten en una desmotivación generalizada. Pero esto no es más que una intuición. Como debemos ir más allá de la intuición, como debemos tener pruebas de aquello que decimos y contrastar lo que afirmamos, entiendo que sería de sumo interés realizar, desde la profesión, una autocrítica a cómo se está trabajando y cómo nos sentimos en el trabajo.

A ver si alguien se anima para hacer una pequeña investigación de estas características en Almería, para el Anuario de la Profesión Periodística del próximo año. Mientras, para avanzar un poco en este ámbito, podemos dedicar unos minutos, cada uno de nosotros, a conocer nuestro grado de satisfacción. Y también podemos conversar con los compañeros más próximos sobre cuál es su percepción.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2014, en la sección Comunicación


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