La portada es una reproducción de la imagen plasmada en una chapa que editó la Asociación de Periodistas de Almería y en la que se podían leer los hastags utilizados a través de Twitter por los periodistas para reivindicar la profesión y denunciar algunas de las situaciones que se estaban produciendo durante el año. Dicha chapa la vestimos muchos periodistas en todas las manifestaciones, que fueron muchas, y que tuvieron lugar durante los dos años de los que trata el Anuario de 2013.


Agricultura: las razones para sobrevivir a la peor crisis de este siglo

Antonio Fernández
Periodista

No hay un consenso claro sobre las causas, pero la evidencia y los fríos datos señalan que en plena crisis de consumo, con las dificultades añadidas de la competencia de terceros países y con el condicionante del incremento de los costes de producción, la agricultura almeriense está viviendo en los dos últimos años una nueva juventud en cuanto a resultados. La campaña 2011/2012 se cerraba con un nuevo record de producción, con más de tres millones de toneladas de frutas y hortalizas vendidas (un 7,5 por ciento más que en la campaña anterior, y con unos ingresos de 2.336 millones de euros, un 13,1 por ciento más y un nuevo record en los resultados de un sector que no deja de sorprender a propios y extraños.

Y si buenos fueron los resultados de la pasada campaña, las expectativas de la actual no son menos halagüeñas ya que, de cumplirse las predicciones realizadas por el consejero de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Luis Planas, el importe de las ventas tanto en los mercados nacionales como en los internacionales pueden aumentar otro 16 por ciento, marcando evidentemente un nuevo record al producirse sobre una campaña excelente como fue la del periodo 2011/2012.

No deja de ser sintomático el hecho de que estos resultados coinciden con la revolución verde que se produjo tras la tan cacareada ‘crisis del pepino’. Era el mes de junio de 2011 y algunas voces ya aventuraron entonces que tal cataclismo podía convertirse en el mejor acicate para que el sector hortofrutícola almeriense diera un nuevo salto en calidad y en esa seguridad alimentaria convertida en santo y seña de la distribución internacional por la exigencia de unos consumidores asustados con las muertes de la famosa escherichia coli.

Las evidencias de esa reacción en positivo se agolpan y mastodontes de la distribución como el todopoderoso grupo EDEKA, dirigido en lo comercial por el gaditano metido a alemán Francisco Contreras, reconocía en la edición de 2012 de Fruit Attraction que el consumidor alemán, y por extensión el europeo, había cambiado sustancialmente su concepto de las hortalizas almerienses que, superados los vaivenes de la crisis del pepino con una profunda carga de información sobre su inocencia, pasaban a convertirse en poco más de un año en uno de los productos que generan mayor confianza en los mercados.

En apenas dos años, la horticultura almeriense ha sido capaz de reconvertirse hacia un modelo de producción basado en la lucha biológica, arrinconando con rapidez los agroquímicos que tanto daño han hecho a la imagen de sus productos en el pasado. Hasta las casas de semillas y las dedicadas a la producción de insectos beneficiosos, tan ágiles para dar respuestas a las demandas de los productores, se vieron desbordadas por un cambio de sistemas de producción que se hizo de forma masiva, tan rápido que hoy prácticamente el cien por cien de la producción de pimiento se realiza con técnicas de producción integrada.

Esa potencia en calidad y seguridad ha conseguido además de un efecto colateral interesantes resultados para la agricultura almeriense y es que, según los datos que maneja la propia Unión Europea, la Europa continental ha visto cómo su producción de hortalizas se reducía en torno a un 25 por ciento en unos pocos años, debilitando la competencia que llega desde los países del sur, básicamente desde Almería, que produce casi la mitad de todas las hortalizas que España vende en el viejo continente.

La crisis económica tampoco ha sido ajena a ese nuevo impulso a la producción almeriense ya que mientras países como Francia, Holanda o Bélgica están obligados a utilizar potentes sistemas de calefacción en sus invernaderos si quieren obtener producciones amplias, el sol otorga a Almería una calefacción natural y mucho más barata, convirtiendo sus invernaderos en un eficiente sistema de colectores solares. Las constantes alzas en los precios de los carburantes se han convertido, en cierto modo, en aliados de un modelo como el que se practica en la provincia, y en una rémora para los países más fríos que han visto cómo sus costes energéticos se disparaban.

Y así, Almería se rearma para seguir manteniendo un lugar de privilegio en los mercados comunitarios que, pese a todo, siguen siendo los que ofrecen mayores y mejores oportunidades para los productores de frutas y hortalizas. Ayuda, qué duda cabe, que en zonas productoras como Marruecos o Turquía, o como Canarias en territorio español, hayan tenido problemas que van desde la incidencia de plagas hasta la adversa climatología.

El ‘pero’, el de siempre: el sector de la comercialización sigue estando atomizado y más de 130 empresas venden de forma individual sus producciones lo que ha permitido la pervivencia de los intermediarios en el proceso de comercialización. Una sola cooperativa holandesa o alemana factura anualmente más de lo que suman todas las almerienses, y eso les hace perder poder a la hora de negociar contratos. Se han dado pasos con fusiones sonadas en el campo almeriense, entre ellas las protagonizadas por Costa de Almería-Cehorpa, Agroponiente y su interés por Nature Choice, CASI que casi lo tiene hecho con Agrupalmería, Agroiris con Ejidoluz, Murgiverde y Campovícar y la ya consolidada unión de seis cooperativas para constituir Única Group. Pasos, sí, pero aún demasiado lentos para hacer frente a una situación que ya se antoja urgente y absolutamente prioritaria.

Todas las razones expuestas, unas defendidas por los agricultores, otras por las empresas, otras por las administraciones públicas, suman a la hora de entender cómo la agricultura almeriense está sobreviviendo con éxito a la crisis y podría estar escribiendo el guión de una nueva etapa, buena para todos, que ha encontrado el respaldo de nuevas leyes que vienen a servir de apoyo a sus reformas, entre ellas la nueva Ley de Cooperativas Agrarias o la Ley de la Cadena Agroalimentaria, destinadas a consolidar el modelo y procurar algo más de rentabilidad para los que realmente están siempre al pie del cañón, los agricultores.

 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2013, en la sección


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