La entrada de la provincia de Almería por la A-92 sorprende al viajero. Tras dejar atrás las centrales solares que cubren parte del erial del Marquesado de Cenete, en la provincia de Granada, los molinos de viento llenan el paisaje. Las centrales eólicas cubren los montes desde Fiñana hasta Gérgal. En un paisaje único donde se alternan bosques, esparto, olivos y almendros cobran vida las grandes moles con sus hélices rozando el viento. Los helióstatos se han convertido en el símbolo que marca la diferencia entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la tecnología más avanzada, entre la pobreza y el desarrollo. Y de eso saben bien los vecinos de la zona, como en Escúllar, uno de los tres pueblos del municipio de Las Tres Villas, que han encontrado en los molinos de viento la mejor cosecha nunca soñada. Los que han tenido la suerte de ver en su secano plantada una torre han recibido unos 6.000 euros y una renta anual durante los años de vida de la central. Unos ingresos que han revolucionado la economía de muchas casas. Aunque a todos les ha tocado esa lotería. Los Ayuntamientos también  ingresan en sus arcas por las licencias de obras y los impuestos por la actividad industrial. Un círculo de progreso e innovación que ha comenzado a desinflarse. Como el Quijote, los inversores en renovables  han dejado de ver molinos para enfrentarse al monstruo que han creado los cambios legislativos, que están avocando al sector a una tormenta perfecta. Un ciclón que amenaza con destruir todos los pasos andados en una industria emergente, medio ambientalmente sostenible y en la que nos habíamos convertido en referente. Las modificaciones normativas aprobadas por el Gobierno de Rajoy, con el argumento de poner freno al déficit tarifario, han acabado con los incentivos a las energías alternativas y ha abocado al abismo a un sector que todos los expertos consideran la mejor salida; porque genera empleo, un tejido industrial alternativo  y energía propia e inagotable. Las medidas del Gobierno central, según la Junta de Andalucía, afectan a 51 proyectos de energías renovables y cogeneración que ya están en marcha en la provincia de Almería y han paralizado otras 25 iniciativas, echando por la borda unas inversiones cercanas a los 70 millones de euros, que habrían creado cientos de empleos. Todo un lujo para una provincia con una tasa de desempleo cercana al 37%. En Almería operan casi 80 empresas de energías alternativas que generan unos 1.000 empleos, la mayoría de alta cualificación. En nuestra provincia las energías alternativas producen una media de 1.200 gigavatios anuales, lo que equivale al 10 por ciento de la energía que se genera en Andalucía.  O dicho de otra forma, aprovechando el sol y el viento se consigue la energía que consumen unas 240.000 viviendas, lo que supone una reducción de 440.000 toneladas de CO2 a la Atmósfera. Pero además, esa industria alternativa ha encontrado en nuestra tierra un engranaje perfecto. Almería es, de hecho, el centro de investigación y desarrollo más importante de España y, posiblemente, del mundo en energía solar. La Central de Tabernas y el Centro Tecnológico Avanzado de las Energías Renovables, CTAER, han colocado a Almería en el mapa de la ciencia. Aquí se inventan, se ensayan y se desarrollan las tecnologías que se aplican a las centrales solares que se están construyendo en nuestro país y en otros puntos del planeta. La famosa ecuación del I+D+I, que hasta ahora nos habían vendido como motor de desarrollo y riqueza,  está en serio peligro de desaparecer por la oscuridad de esta maldita crisis con la que se justifican todos los recortes. Tanto que ni las economías domésticas se libran de la amenaza contra las renovables. Las organizaciones de consumidores alertan del posible fraude que se puede producir con los nuevos contadores digitales que están instalando las compañías eléctricas en nuestras casas, ya que contabilizan como consumo facturable la energía producida por las placas solares que cada uno pueda tener en su vivienda. La ley del mercado se impone y, como dicen en la del juego, la banca siempre gana; y detrás de las eléctricas ya se sabe quién hay. Un panorama sombrío en el que sólo quedan algunos rayos de luz. Que prospere el recurso de inconstitucionalidad presentado por la Junta a las medidas del Gobierno, lo que está en manos de la Justicia; o un giro definitivo a la política energética, y eso sí depende de todos nosotros.