La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

Los 20 años de Canal Sur


  

Ana Almansa


El Mundo frustrado (el desenlace)


  

Javier Martínez de la Horra


Luchar contra la precariedad y nuestro pesimismo


  

Leticia Muñoz


Mujeres en la línea de fuego


  

Manuel Carretero


Estrategia comercial frente a criterio periodístico


  

Juan Francisco Torregrosa


Futuro Punk


  

Curro Lucas


Apuesta por la comunciación


  

Francisco Gerez


El gran teórico de la comunicación: Ricardo Pérez-Amat


  

Antonio Torres


Vetos, llamadas, denuncias y agua de borrajas


  

Covadonga Porrúa Rosa


¡Mi madre! la conciliación


  

Yolanda Torrente




Artículos de este autor

¡Mi madre! la conciliación


2009 | Comunicación



Naturaleza al límite


2008 | Análisis y Reflexión



Los que perdieron la vida cuando fueron a ganársela


2007 | Sociedad



¡Mi madre! la conciliación


Mi conciliación familiar y laboral se llama Mamá, abuela para sus nietos. 57 años, cinco hijos, el mismo número de nietos, espíritu de sacrificio y un amor por encima de todo por los suyos. Y de eso nos aprovechamos. Porque aunque yo sé que la mayoría de las veces no le importa que le deje a mis dos gemelos “un ratito”, si yo tengo trabajo o una reunión se alarga, también sé que a veces preferiría no tener a dos activistas de menos de un metro y cuatro años dando balonazos en el pasillo de su casa.

La alternativa es monetaria, es decir, pagar a una persona que siempre esté dispuesta a quedarse con los niños esas ocasiones en las que ellos no tienen cole pero los padres sí trabajan, como en puentes, vacaciones o días de fiebre. También están los chulipark y derivados y las escuelas de verano. Pero claro, con el sueldo medio de la profesión, estas alternativas resultan muy costosas.

Vaya por delante que soy una privilegiada. Trabajo para una institución pública, me ampara un buen convenio colectivo que garantiza mis derechos sociales, tengo jornada continua y mi jefe es comprensivo cuando se trata de los hijos. Pero a pesar de todo ello, no siempre es fácil. Y además, no es la situación más habitual en la profesión, todo lo contrario: precariedad laboral, jornada interminable, disponibilidad total, sueldo mileurista, si llega, días de asuntos propios inexistentes, y vacaciones, cuando se pueda.

No me extraña, por tanto, que se diga que la profesión periodística lidera la mayor tasa de separaciones y divorcios del país.

Total, que al final “tiras” de tu madre, o haces como algunos compañeros (hombre y mujer) que han aparecido en ruedas de prensa con sus descendientes o han cubierto un pleno con los niños sentados en la puerta jugando a la consola. Una imagen no exclusiva de los periodistas, porque también alguna vez hemos compartido comparecencia con cierta política muy verde y su bebé tomando el biberón. Situaciones un tanto surrealistas que seguramente no se permitirían en otros ámbitos laborales. 

¡Ojo¡ también me pongo en otra piel: cuando el jefe cree que por ser soltera y no tener hijos estás más disponible los fines de semana, cómo si te importara menos sacrificar tu tiempo de ocio. Eso tampoco es justo. 

Casada o soltera, con o sin hijos, el caso es que existe desde 1999 una ley espléndida de conciliación de la vida familiar y laboral que está muy bien en su teoría y debe ser aún mejor en la práctica. La cuestión es que hay que cumplirla y, lo que es más importante, que jefes, directivos, empresarios, trabajadores y sociedad en general se conciencien sobre ello. Si esto fuera así, quizá la ministra de Justicia francesa, Rachida Dati, no se hubiera incorporado al trabajo sólo cinco días después de dar a luz; y la titular de Defensa española, Carme Chacón, no hubiera tenido necesidad de viajar miles de kilómetros, embarazada de 7 meses, para visitar a las tropas en Afganistán y Líbano. Seguramente si no se cuestionara la capacidad profesional de una persona, por el hecho de estar en situación embarazada, que no embarazosa, no hubiera hecho falta tal demostración.

El problema es que no está “bien visto” excusar una responsabilidad laboral por los hijos. Aunque sea un derecho. Y  les aseguro que si somos capaces de seguir el ritmo de un par de chiquillos imparables las 24 horas del día, podemos hacer lo que sea laboralmente.

Me gusta mi trabajo, mucho, pero más me gustan mis hijos, y no quiero renunciar  a ellos, pero tampoco a mi desarrollo profesional. Así que, ayúdennos a que la conciliación familiar y laboral pase del texto a la vida real. Por favor, háganlo por todos los/las periodistas que tienen que hacer encaje de bolillos con sus hijos y el trabajo, háganlo por mi, pero sobre todo,... ¡háganlo por mi MADRE!


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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Comunicación


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