La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.


La tarea de que El Puche sea un barrio de la ciudad


Juan llega en bicicleta hasta su punto de reunión habitual en los últimos meses. Perdió su trabajo hace medio año y desde entonces “no ha tocado el yeso”. Llega y saluda a los amigos, no pregunta si alguien se ha pasado por allí. Las dificultades en el sector de la construcción arrecian, sobre todo entre aquellos cuya única promoción laboral es la de ir a las diez de la mañana a la esquina del bar en El Puche Norte y esperar a que alguien llegue a ofrecerle trabajo, porque no tiene curriculum. De hecho, Juan reconoce que es analfabeto, puesto que en vez de ir al colegio se iba con su padre a coger y vender chatarra. Cómo él, casi el 24% de los vecinos de la barriada no saben ni leer ni escribir; además, otro 35% no tienen ningún tipo de estudios ni formación. La educación se convierte así en una pieza clave del cambio que se proyecta para el barrio menos reconocido de la ciudad.

Los residentes, extranjeros o españoles, carecen de un sentimiento de pertenencia a una colectividad común, propio de quien vive en cualquier barriada, sea Zapillo, Chanca, Quemadero o las calles más céntricas. Es precisamente ese sentimiento el que definirá el barrio en el futuro. A través de un trabajo con todos los colectivos económicos y sociales, además de las administraciones con competencia en la gestión de los recursos del barrio, ya comienzan a ponerse las bases de la convivencia. 

Pese a que muchos de los que viven allí nacieron y crecieron en el barrio, su arraigo viene aún determinado por su procedencia. A aquellos que se vieron obligados a abandonar sus viviendas, cuevas o chabolas, por la riada del año 70, se sumó un importante número de inmigrantes. Ahora, los habitantes de El Puche se distribuyen entre el 48% de marroquíes, el 26% de gitanos y el 25% de castellanos; y en el horizonte se establece la oportunidad hacia la interculturalidad. 

El delegado de Vivienda y Ordenación del Territorio, Luis Caparrós, es hasta el momento el político que en mayor número de ocasiones ha incluido El Puche en su discurso. De él es la frase “hay que devolver El Puche a la ciudad” y con él se han gestado la mayor parte de las actuaciones previstas para promover el cambio, aunque no sin la experiencia que la Junta de Andalucía ya tenía en otros barrios periféricos que han sido intervenidos dentro de los programas de Rehabilitación Integral de Barriadas.

Poco se ha hecho en el barrio desde que se iniciara la construcción de las primeras 946 viviendas en Puche Centro y Norte, a las que se sumarían 427 viviendas en Puche Sur que se concluyeron en 1980. A la poca disciplina urbanística que ha reinado entre los residentes, sean propietarios, arrendatarios, subarrendatarios o traspasados, hay que añadirle la falta de equipamientos que ha sufrido un barrio en el que hasta hace poco el agua de los saneamientos de cada vivienda pasaban por la del vecino antes de llegar a la conducción general y que fue resuelto por el Ayuntamiento dentro del programa común de actuación con la administración regional. Por ello, la necesidad de una mejora integral que venga a mejorar la calidad de vida de los residentes. Así, a través del estudio de las características del barrio y el análisis de las viviendas que se construyeron hace casi cuatro décadas como alojo provisional. Serán las viviendas de Puche Centro, un total de 496, por sus deficiencias, las que a partir de su derribo den paso a un nuevo barrio y a infraestructuras de las que hasta ahora carecen.

El pasado verano se ponía la primera piedra a las que serán las 153 viviendas, de un total de 1.873, que servirán para los realojos del barrio con la finalidad de eliminar la infravivienda. Es el primer paso para un proyecto que servirá para remodelar un barrio y para que en el futuro cuente con un gran espacio común de convivencia a modo de plaza central. Además, edificios para uso vecinal, más de cinco millones de euros en el arreglo de zonas verdes y edificios de nueva construcción para albergar a los realojados, son sólo algunas de las iniciativas que contarán con un presupuesto cercano a los 44 millones de euros.

El trabajo además se centra en la concienciación hacia hábitos saludables, no sólo en materia de higiene o alimentación, como en el resto de barriadas, sino también para evitar el destrozo de zonas comunes y espacios verdes. Contra las pintadas, bonitos murales que los propios alumnos diseñan y que según los asistentes sociales y monitores nadie toca desde hace años, pese a que en los alrededores abunden los graffitis. En esa línea, el objetivo es el de hacer partícipes a los residentes de todas las iniciativas que se desarrollen. Para ello, se deja en manos de los propios vecinos, independientemente de su edad, la misión de dar a conocer cómo es el barrio en el que quieren vivir. Será mucho el espacio libre que se genere y su uso futuro, al igual que el del parque de Ribera, será señalado por los residentes, sean pequeños huertos, parques infantiles o áreas de recreo. 

Para conseguir la implicación necesaria, los primeros trabajos ya se están desarrollando a través de las aulas escolares en los colegios. Los alumnos son los primeros en conocer los proyectos que ya se están desarrollando o que están por decidir, como principales transmisores en sus casas de los conocimientos que les llevará a mejorar su calidad de vida. 

La meta está puesta, ahora es el momento de ver si los vecinos se hacen cargo de coger las riendas de su propio destino, hacen de sus calles un barrio y establecen unas pautas de convivencia que pueden incluso hacer de El Puche un ejemplo para muchos.

 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Ciudad


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