La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

Los 20 años de Canal Sur


  

Ana Almansa


El Mundo frustrado (el desenlace)


  

Javier Martínez de la Horra


Luchar contra la precariedad y nuestro pesimismo


  

Leticia Muñoz


Mujeres en la línea de fuego


  

Manuel Carretero


Estrategia comercial frente a criterio periodístico


  

Juan Francisco Torregrosa


Futuro Punk


  

Curro Lucas


Apuesta por la comunciación


  

Francisco Gerez


El gran teórico de la comunicación: Ricardo Pérez-Amat


  

Antonio Torres


Vetos, llamadas, denuncias y agua de borrajas


  

Covadonga Porrúa Rosa


¡Mi madre! la conciliación


  

Yolanda Torrente




Artículos de este autor

El Mundo frustrado (el desenlace)


2009 | Comunicación



Un plan muy poco serio


2008 | Crítica y Opinión



El Mundo frustrado (el desenlace)


Esta es la historia de un buen proyecto periodístico que murió por caer en las manos equivocadas. Tres años y un mes después de su fundación, el pasado 15 de noviembre de 2008 dejó de llegar a los quioscos El Mundo Almería, el cuadernillo provincial que se distribuía hasta la fecha conjuntamente con el diario El Mundo. Durante su corta vida en muy pocos momentos hubo calma, casi una constante tempestad: en ese tiempo grandes profesionales fueron despedidos con las excusas más infames (unos despidos que fueron anulados más tarde por los jueces), hubo durante una primera etapa presiones e injerencias por parte de los empresarios-propietarios entre los periodistas, y este clima viciado acabó por dividir a la redacción. Como no podía ser de otro modo la historia acabó en tragedia: el diario cerró tras entrar en una espiral de morosidad y todos los empleados fueron despedidos después de vivir más de tres agónicos meses en los que trabajaron sin cobrar sus salarios.

Esas manos equivocadas en las que cayó el proyecto, responsables de tantos dramas familiares, tienen nombres y apellidos: Joseba Murga Eizagaetxebarria y Luis Montoya Palencia, los propietarios de Publicaciones Edalme, la sociedad editora de El Mundo Almería (no confundir con Unidad Editorial SA, la empresa editora de El Mundo). El primero es un empresario vasco dedicado a la promoción inmobiliaria que llegó a Almería como experto en convenios urbanísticos con administraciones locales. Sin embargo, la única promoción que se conoce de su empresa, Loruri SA, es centro de atención mediática en los medios de comunicación de Vizcaya: a Murga se le reclama que subsane una larga lista de deficiencias que afectan a 132 propietarios de chales y 24 viviendas construidas entre los municipios de Santurce y Abanto, a las afueras de Bilbao. A la urbanización se la conoce con el ilustrativo nombre de El Polvorín. Los vecinos se han organizado para emprender acciones judiciales contra Murga, que también podría ser llevado ante los tribunales por los ayuntamientos que le concedieron licencia.

El segundo, el controvertido empresario almeriense Luis Montoya, es entre otras cosas consultor de administraciones públicas. Una de sus empresas, Intergés, fue el centro de uno de los mayores escándalos de 2006 ya que fue acusado por PSOE e IU de llevar a cabo intermediaciones nada claras en las concesiones municipales del Ayuntamiento de Almería. Sobre Luis Montoya recayeron numerosas acusaciones que le vinculan con el tráfico de influencias, comisiones por intermediación y otros asuntos que fueron llevados a la Fiscalía anticorrupción por el Grupo Municipal Socialista.

Con el tiempo se vio que la unión de estos dos personajes en Publicaciones Edalme no respondía a una vocación inquieta por el mundo editorial y el periodismo. Murga y Montoya quisieron hacer del diario un instrumento de presión con el que jugar a ser tipos poderosos e influyentes. Pero chocaron de frente con las personas que realmente tienen poder en la provincia y salieron malparados. “Se dedican al negocio inmobiliario y, como empresarios que eran ajenos a los medios de comunicación, se han metido en el periódico con el único objetivo de ganar dinero y sin pensar que la información no es una mercancía más”, recuerdan por escrito los comités de las empresas del Grupo Unidad Editorial el 11 de noviembre de 2008. Lo explican en un comunicado en el que se solidarizan con los trabajadores de El Mundo Almería, “que llevan varios meses sin cobrar debido a la incompetencia de sus propietarios”. En ese escrito también hablan de “la lamentable gestión” realizada por los empresarios y de “diversas irregularidades que debería investigar la autoridad laboral”. Son las consecuencias del intrusismo editorial.

Para entonces, Murga y Montoya ya conocían el destino irremediable de El Mundo Almería, condenado al hundimiento y al cierre. A pesar del opulento nivel de vida que sin pudor mostraban en público (coches de lujo, yate en el puerto, amantes de la manicura y el vino de más de 300 euros...), su empresa hacía meses que no pagaba a sus empleados, y más aún hacía que no abonaba lo que debía a la Seguridad Social, ni a las compañías telefónicas, ni a los proveedores... Dejaron que El Mundo Almería se fuera a pique lastrado por las deudas millonarias contraídas por Edalme, pero ni Murga ni Montoya estaban dispuestos a bajarse del carro editorial, ese que les había permitido codearse en comidas y cenas con los altos cargos políticos de la provincia, en busca sin duda de algún convenio urbanístico que firmar. 

Es lo que explica su embarque en dos nuevos proyectos periodísticos a través de sociedades diferentes, los gratuitos El Director Económico y el Diario de Almería. El hundimiento de El Mundo Almería era para entonces insalvable, principalmente porque su hasta entonces gran mecenas había perdido la confianza en los empresarios. Desde el punto de vista estratégico fue sin duda su gran error, y me explico. El Mundo Almería nació en octubre de 2005 al abrigo del Partido Popular con un noble objetivo empresarial declarado: situarse al frente de la prensa almeriense y atender al segmento de población de centro derecha, huérfano de un diario en la provincia. Sin embargo, las desconcertantes y groseras maniobras empleadas por Murga y Montoya para indirectamente obtener más dinero a través del periódico, acabaron con la paciencia del PP, partido que fue testigo durante una última etapa de un evidente cambio editorial en el periódico. Cansados de las maniobras de Murga y Montoya, y de los escarceos editoriales del periódico con PSOE y Partido de Almería (Pal), los populares van retirando el apoyo económico que hasta entonces venían brindando al diario.

Un mes para el cierre

El progresivo endeudamiento en el que fue cayendo la sociedad editora de El Mundo Almería llegó a oídos de Unedisa en Madrid, que tras comprobar que Murga y Montoya no pagaban a la Seguridad Social ni a los empleados, les exigió vía fax que solucionaran esta situación. Les dio un mes. En caso de no solventarla, Unedisa daría por roto el contrato de colaboración con Edalme (que era de cinco años y se parece bastante a una franquicia: El Mundo (Unedisa) presta -previo pago- su cabecera y contenidos nacionales y de la edición en Andalucía; y la empresa de Almería consigue así un soporte para introducir un cuadernillo con información propia de la provincia).

Es en este plazo cuando se acelera la salida del Diario de Almería y se potencia El Director Económico, periódicos que son redactados en el mismo lugar en el que se elabora El Mundo Almería (en el otro ala del mismo piso). Personal contratado por Edalme que hasta entonces trabajaba en El Mundo Almería, pasa a hacerlo en el Diario. En el fatigoso contra espectáculo en el que se había convertido la redacción comienzan a vivirse situaciones esperpénticas: llegada constante de burofaxes con órdenes previas de no recogerlos, una lamentable reunión sindical, llamadas de acreedores, una empresa de investigación fiscal preguntando por el presidente (Joseba Murga) y, finalmente, la bendita llegada de cuatro inspectores de trabajo que pudieron constatar, además de que el personal llevaba tres meses y medio sin cobrar, que buena parte de los periodistas contratados por Edalme estaban trabajando para las otras sociedades. La jugada de los empresarios acababa de ser oficialmente descubierta. Dos días después, el 14 de noviembre de 2008, cesa la actividad en los tres periódicos (El Mundo Almería, Diario de Almería y El Director Económico) y el empresario Luis Montoya notifica el despido de todos los empleados. Reconoce la improcedencia de los despidos pero la empresa no pagará ni un euro. A Joseba Murga hacía ya meses que ni se le veía por la redacción. A día de hoy las reclamaciones laborales de los trabajadores se amontonan en los juzgados de lo social de Almería. Finalmente será con el dinero de todos los españoles, a través del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa), como se abone la deuda contraída por Edalme con los aproximadamente 40 empleados despedidos (sólo recibirán una parte). La mayoría de estos periodistas sigue a día de hoy en el paro. A Murga y a Montoya se les puede ver al volante de sus deportivos de lujo. El yate sigue amarrado en el puerto de Almería y siempre habrá una botella del mejor vino sobre la mesa. Perra vida.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Comunicación


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