La Portada está fundamentada en dos elementos principales. Por un lado, un fondo de color negro reforzando la idea de ´Año Negro de la Prensa de Almería´, en cuyo conjunto se pueden leer algunas de las muchas circunstancias que ha tenido que sufrir el colectivo en el 2008. Por otro lado, la imagen procura representar la presión que sufren los informadores por parte de diversos sectores, y la precariedad laboral de muchos de los periodistas. 

En la fotografía, se representa a un profesional almeriense intentando realizar su trabajo, con los bolsillos sacados simbolizando ruina y las carencias que sufre en su puesto de trabajo. También hay dos hombres de corbata que simbolizan los grupos de presión. Éstos tienen los bolsillos llenos de dinero y, por ello, tiran de los brazos del periodista para manipular a su antojo la información que ha de salir publicada en el medio que ampara al periodista. 

* Joaquín Navarro, autor de la portada del `Anuario Crítico de Almería 2009´, trabajó como diseñador y maquetador en el desaparecido `Diario de Almería´, uno de los medios almerienses (junto con `El Director Económico´y `El Mundo Almería´) que cerró durante 2008. Situación que queda reflejada en la página principal de esta publicación.



Índice de esta sección

El Siglo de Oro, ¿recurso turístico?


  

Antonio Verdegay Flores


El ocaso de las salas de cine


  

Eduardo D. Vicente


El rostro de Nerea. Perfil de Nerea Camacho


  

Juan Gabriel García


El Ejido, aventura festivalera


  

Pilar de Rojas


Nicolás Salmerón: 100 años de olvido


  

José Bono Martínez


Sus brazos, dos ramas de olivo


  

Marta Rodríguez




Artículos de este autor

El Siglo de Oro, ¿recurso turístico?


2009 | Cultura



Un sueño cumplido


2008 | Análisis y Reflexión



El Siglo de Oro, ¿recurso turístico?


Sin cartel ni publicidad alguna nacieron, en el año 1984, las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, y es, quizás esa, la única asignatura pendiente de una efemérides que, por lo demás, se merece un sobresaliente por el ingente esfuerzo de los organizadores, dirigidos por el profesor Antonio Serrano, y la calidad global del producto. 

Estudiemos el caso: Las Jornadas han conseguido los aplausos de los protagonistas de la escena, se encuentran reconocidas dentro del calendario de festivales como un referente nacional del teatro clásico, el programa se ha consolidado con representaciones de gran factura, hemos disfrutado con la presencia de las mejores compañías y las conclusiones de los debates se han incorporado a los estudios sobre este género. Pero, ¿y la ciudad que los acoge? ¿El almeriense medio sabe que existen? ¿Se identifica con ellas? ¿Han traspasado la escena y se han convertido también en un soporte turístico? En definitiva, ¿las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro se viven en la calle? Queda, por tanto, la revolución social para culminar el magnífico trabajo de estos enamorados del teatro.

Pero volvamos a los orígenes. Antonio Serrano ha convertido una pequeña experiencia práctica para que los alumnos del IES Sol de Portocarrero entiendan la literatura en frondoso bosque con exposiciones, representaciones y congresos internacionales. Por la calidad atesorada a lo largo de los años y la singularidad del producto, merece la pena difundirlas y venderlas internacionalmente. A esta situación de bonanza no se ha llegado por generación espontánea. Recuerdo una rueda de prensa, en un céntrico hotel de la capital, en las primeras ediciones, donde los organizadores no fueron a presentar un avance del programa, sino a solicitar un mínimo de sensibilidad institucional que garantizara la continuación de las funciones. La gente del teatro es tenaz, y con mucho esfuerzo y vocación, han logrado convencer a los dirigentes políticos, que no es poco, y consolidar en el tiempo el evento cultural.

Sin embargo, su éxito teatral no se ha traducido en una mayor presencia social. Antonio Serrano manifiesta en privado que ha logrado que sus alumnos acudan a ver teatro clásico. Magnífico. Pero no todos los docentes reúnen la pasión del director de estas jornadas. El esfuerzo del mundillo de la farándula necesita traspasar el escenario y el patio de butacas y ha de llegar al corazón de todos los almerienses. Pasacalles durante el mes de representaciones, comercios ambientados en la escena, tertulias en los bares… el Siglo de Oro debe llenar toda la ciudad.

El objetivo final es que los almerienses perciban como algo propio las Jornadas del Siglo de Oro y las interioricen, de tal manera que les incite a salir a calle a buscar esta actividad y disfrutarla, como ocurre con otros acontecimientos, ya sea la Semana Santa, el Carnaval o el Festival de Cortos.

Un primer paso es su extensión por la provincia, iniciada hace unos años, con representaciones en varios pueblos. Genial. Pero es necesario ahondar aún más en este terreno. 

Porque a su repercusión social, debe seguir su gestión como recurso turístico. Almería no es Almagro, ni goza de su ambientación natural. Cierto. Pero para eso está la imaginación del teatro. Por eso, una vez cumplidas las bodas de plata, las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro deben dar un paso definitivo hacia su consolidación social y turística. Y en este camino, las jornadas tienen que apoyarse en las más innovadoras herramientas de la comunicación corporativa y la tecnología: Redes sociales, blogs y marketing viral para llegar a los más jóvenes; un “paquete turístico” atractivo, con hotel, sol, gastronomía y teatro, para vendérselo a los mayoristas y touroperadores, la promoción en las principales ferias, y un uso creativo de las relaciones públicas para atraer a los amantes del turismo cultural.

Las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, que en 2008 celebraron su veinticinco aniversario, han permitido disfrutar de montajes como “Fuenteovejuna”, “Don Quijote” o “La Celestina”, de las ancestrales marionetas sicilianas de Teatro Cuticchio, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de directores como José Maya, José Carlos Plaza o Manuel Canseco, de actores como Aitana Sánchez-Gijón, Rafael Álvarez “El Brujo” o Mari Carrillo… es un bagaje tan extraordinario que no se puede quedar entre las paredes del Auditorio Maestro Padilla.

La base de esta nueva era se debe cimentar en la creación de la deseada fundación, que permita dar tranquilidad al programa anual. Habría que reclamar a los dirigentes políticos de nuevo un poco de sensibilidad para apoyar la puesta en marcha de una figura jurídica demandada desde hace años y que abriría la puerta a las aportaciones económicas de la empresa privada, con sus correspondientes beneficios fiscales.

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2009, en la sección Cultura


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