Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa". 

La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.



Índice de esta sección

Hortyfruta, un antes y un después


  

Mabel Angulo


La nueva etapa del CAF


  

Javier Blanco


Jaque a la extinción


  

Mónica Sánchez


Ginés Morata, el científico tranquilo


  

Antonia Sánchez Villanueva


Aquel paseo de Goytisolo


  

Juan José Ceba


Gunter Kunkel, hasta el final


  

Miguel Ángel Blanco Martín


El resurgir de la uva


  

Sergio Bueno


Un sueño hecho realidad. Perfil de Rosa María García-Malea


  

Joaquín Tapia


El saber está... en los periódicos


  

Victor J. Hernández Bru




Artículos de este autor

Proceso de ruptura pactado


2009 | Urbanismo y medio ambiente



Gunter Kunkel, hasta el final


2008 | Almería en Positivo



Ética y servidumbre del periodista


2007 | Comunicación



El año fotográfico de Manuel Falces


2007 | Cultura



El sistema, contra los periodistas


2011 | Comunicación y Opinión



Gunter Kunkel, hasta el final


 

Hizo honor a sus convicciones, en el paisaje del desierto hasta el final. “Lo que le he pedido siempre a la vida es libertad”, son palabras en 2004 del naturalista y botánico investigador  alemán Günther Kunkel (Alemania 1928, Vélez-Rubio 2007), padre del concepto ‘Jardín botánico del desierto’. En su refugio almeriense, sus palabras son el reflejo de una actitud heterodoxa que le acompañó toda su vida y por la que pagó en general un alto precio. Especialmente, en Almería, donde, salvo excepciones, encontró a nivel oficial la incomprensión y el ninguneo, sólo entendible desde la ignorancia burócrata, los prejuicios o desde quienes no fueron capaces de sacar de él un rédito político. Este naturalista alemán falleció en Vélez-Rubio el 6 de agosto de 2007 y parte de sus cenizas reposan en la cima de El Mahimón por voluntad propia, un homenaje al paisaje que admiraba y que le acompañó en los últimos años de su vida. Allí fueron depositadas en otoño por su esposa, Mary Anne, una personalidad relevante que comparece siempre junto al naturalista. No se entiende el uno sin el otro. Está previsto que para la primavera de 2008, El Mahimón sea de nuevo lugar de encuentro, para depositar el resto de sus encinas, como un homenaje particular de quienes creyeron en él y escucharon su discurso, su familia, ecologistas y vecinos de los Vélez, de otros puntos de la provincia, así como desplazados desde Canarias o Alemania para la ocasión.

Trayectoria

Durante una vida que le llevó por distintos puntos de América del Sur, África, Europa, Canarias y Almería fundamentalmente, Kunkel ha dejado una obra de 45 libros y otras publicaciones sobre temas botánicos, fitogeográficos y ecológicos; 300 publicaciones en revistas científicas (sobre erosión y desertización tiene 114 trabajos publicados), varios ‘jardines experimentales de zonas áridas’ en Canarias, Almería, Murcia y el reconocimiento científico de varias Universidades internacionales. La obra de Kunkel está reconocida por los más de 21.500 pliegos de plantas depositadas en los Museos de Ginebra, Goteborg y Berlín; por las colecciones de plantas en Florencia, Hamburgo, Las Palmas, Madrid, Oslo, Washington, etc. Su gran obra internacional es el gran diccionario científico de plantas comestibles, con la descripción de 12.500 especies, “es una paradoja que se hable de hambre en el mundo con todas estas especies, teniendo en cuenta que nos alimentamos sólo de trescientas”.

La trayectoria de Kunkel se gesta, nada más terminar la II Guerra Mundial, primero cuando consigue escapar del nazismo, que en su adolescencia le consideró un rebelde (una cuestión de la que Kunkel no quería hablar, consideraba que él, por dignidad, no tenía que justificarse). Después, por su decisión de romper con un futuro que preveía integrado en el sistema. Y por delante tenía el paisaje del planeta y sus mundos. Su decisión fue la búsqueda de su horizonte personal. Entre 1952 y 1954, Chile fue su primera etapa, donde conoció al botánico alemán, profesor Schwabe (Universidad de Concepción, Chile), “con él hice mi primer trabajo ecológico”, recordó en una larga entrevista en Vélez-Rubio (junio de 2004). En 1954-55 Günther Kunkel vivió una experiencia que fue decisiva en su búsqueda, la isla de Juan Fernández (la histórica isla de ‘Robinson Crusoe’), donde estudió a fondo la vegetación. Durante la década de los cincuenta realiza investigaciones sobre flora, en expediciones por los Andes y la Patagonia, con las Universidades de Concepción y Austral, en Chile, y la Comunal del Centro de Perú. En 1961-63 participa en una misión forestal en Liberia y Costa de Marfil. Durante los años 1963-64 da conferencias y continúa sus investigaciones en los museos botánicos de Berlín, París, Kew, Londres y Florencia.

Otra fase fundamental de su vida y obra se produce durante los años 1964-77, en Canarias. Son años que consolidan su trayectoria científica. Sus estudios en las islas los comparte con proyectos en Madeira, Malta, Italia, Ghana, Costa de Marfil, Liberia, Inglaterra, Suiza, Bélgica, Holanda, Alemania, Checoeslovaquia, Austria, Irán, Golfo Pérsico y el Sahara. Publica la mayor parte de su ingente investigación sobre flora canaria en varios tomos, el Diccionario Botánico Canario, los preestudios de los parques naturales de Lanzarote y La Gomera y funda la Asociación Canaria para la Defensa de la Naturaleza que, tras la muerte de Kunkel, ha dejado en internet justo homenaje al naturalista alemán, que en 2004 recibió el Premio ‘César Manrique’, la principal distinción que el Gobierno canario concede por la defensa del medio ambiente. En Canarias dejó un importante legado, entre ellos la existencia de 120 ejemplares de una planta endémica, descubierta por él y que lleva su nombre: ‘Lotus Kunkelii’. La Universidad de Tenerife ha adquirido el archivo de la investigación de Kunkel sobre la flora canaria. Tras sus años canarios, Günther Kunkel vivió, entre 1977 y 1981, dedicado al campo y la agricultura, en La Fuente de Coín (Málaga). 

Jardín del desierto

Su interés permanente por las zonas áridas, le trajo a Almería, de la que tenía referencias por las investigaciones del Hermano Rufino Sagrado. Se afincó en Pechina (1981-1991), donde siguió transmitiendo su idea de ‘jardín botánico del desierto’, un proyecto que presentó en 1986; exigía la creación de una fundación-patronato, con proyección internacional y la exigencia de una zona mínima entre 18 y 25 hectáreas que plasmaría un centro de investigación y un muestrario de la vegetación de los desiertos del planeta, una idea que nunca consiguió llevar a la práctica en toda su dimensión, “no entendieron mi idea del jardín del desierto”, diría muchos años después. Lo más próximo fue la experiencia que vivió en Murcia donde, gracias al Ayuntamiento, desarrolló su concepto ‘jardín del desierto’ transformando una escombrera de poco más de dos hectáreas en un vergel entre 1991 y 1993. El proyecto se quedó a medias por la presión de la Universidad de Murcia, celosa de que un ‘forastero’ protagonizara una solución a impactos ambientales.

En 1993 se afincó en Vélez-Rubio, en El Llano, donde ha vivido con Mary Anne, en un cortijo, auténtico museo personal y centro particular de investigación botánica, hasta el final de sus días.

Fruto de su estancia en la provincia almeriense son seis publicaciones. ‘El libro de las Malas Hierbas’ (Editorial Cajal, 1987), “son plantas jamás sembradas con intención y nunca cuidadas, pero que acompañan al hombre, apareciendo siempre donde éste modifica las condiciones naturales. Son toleradas o ignoradas o perseguidas, odiadas y combatidas. ¡Qué lastima que no seamos capaces de ver su sonrisa!”

Kunkel fue un gran defensor del desierto como espacio natural, “no hay paisaje más limpio, duro y noble que el desierto”, declaro en 1982, ya afincado en Pechina, donde también miró a su entorno rural, “la vega del Andarax tiene que ser protegida” (1988).

Con dos ediciones, su principal estudio almeriense es ‘Flórula del desierto almeriense’ (Instituto de Estudios Almerienses, 1988 y 1993), “el desierto donde existe hay que honrarlo”. Este estudio es fruto de un trabajo de campo con 150 excursiones, 2.000 muestras de herbario, 12 perfiles de vegetación, 800 fotografías, la descripción de 375 especies distintas y 175 ilustraciones de Mary Anne.

Otros estudios almerienses son: ‘Árboles ornamentales de Almería’ (1996), ‘Jardinería en zonas áridas’ (1998, nueva edición en 2007 con el título ‘Jardinería con poca agua’, en la editorial navarra de la revista ‘La fertilidad de la tierra’), ‘Hierbas infestantes de la comarca de los Vélez’ (Revista Velezana, 1998), ‘Árboles notables en Vélez-Rubio’ (Revista Velezana, 2004). Y su colección de ‘Hojas sueltas’ sobre flora y vegetación que difundía desde su editorial personal: ‘Ediciones Alternativas’, y que le reclaman desde Madrid, Londres, Berlín y Washington.

A pesar de que sus colecciones botánicas están en distintos países, fruto de su estancia en Almería quedan ideas. En los últimos años almerienses comentó que “queda material para hacer un herbario de Almería”, pero nadie se interesó sobre las sugerencias del naturalista, que cedió un fichero con 20.000 fichas botánicas al investigador José Manuel Sánchez de Lorenzo (Murcia). Tampoco recibió ninguna propuesta cuando sugirió que el Toyo era un lugar idóneo para un proyecto de ‘Jardín del desierto’. Y ahora queda su archivo, parte de su fichero, correspondencia, biblioteca (libros y revistas), colección de fósiles, junto a una propuesta para que alguien del ámbito universitario almeriense se interesara por ello. El Ayuntamiento de Vélez-Rubio está dispuesto a convertir el cortijo de El Llano en la Casa-Museo de Günther Kunkel.

Tal cual

Con Günther Kunkel viajaba siempre su espíritu observador y el talante crítico. De ahí sus quejas por la expansión del almendro en sierras velezanas, con subvenciones europeas, en el antiguo paisaje del encinar, “esto es más bien vivir en el campo porque hoy nadie vive con la naturaleza”. La fascinación por la naturaleza sorprendente le acompañó hasta el final, “aquí experimentamos con la naturaleza”, esparciendo montones de tierra de distintos lugares y la espera a ver qué semillas, qué sorpresas encierra su interior. Mantuvo su carácter hasta el final, el mismo que le llevó a rechazar las medicinas que le recetaban para sus males. Y su sarcasmo e ironía no le impedían ser frontal, “la sociedad industrial es culpable de esta miseria”.

Lo importante era educar y concienciar. Junto al estudio científico, nunca dejaron de lado la educación ambiental. Günther y Mary Anne siempre fueron receptivos a las visitas de escolares, ecologistas y periodistas concienciados sobre todo (El diario IDEAL le eligió uno de los ‘Ideales del año’ en 2004). 

Su verdad transmitida con espontaneidad y naturalidad era su mejor arma. Lo explicó Mary Anne en 1991: “Un día nos encontramos con unos chavales con escopetas de perdigones cazando pájaros, les hablamos, les enseñamos los insectos, les explicamos la vida de los pájaros, el equilibrio de la naturaleza y nos decían que nunca nadie les había hablado de esto. Después siguieron viniendo por aquí a vernos y no han vuelto a cazar. Los padres a veces echan abajo la ilusión que los niños tienen por la naturaleza”. 

Pues eso, que una de las noticias de 2007 es que se ha muerto Günther Kunkel, el naturalista alemán incrustado en el espíritu del desierto, que vivió en casi todos los paisajes del mundo, que crió murciélagos en Pechina y que consiguió que las lagartijas de su jardín se acercaran a él, a comer de su mano. Por todas estas cosas, Günther Kunkel sigue vivo en el paisaje del desierto.


 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2008, en la sección Almería en Positivo


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